Basta pasear por cualquier ciudad catalana o española para apreciar una diferencia notable en el decorado. Se trata de las banderas que cuelgan en las ventanas de los edificios: la estelada en Cataluña (además de numerosas pancartas reivindicando la libertad de los presos políticos y lazos amarillos) y la española en el resto de España.
Es evidente que tanto en un caso como en otro el propósito de tales manifestaciones es hacer público los sentimientos nacionalistas respectivos: catalanistas, unos; españolistas los otros. Sin embargo, creo que hay una diferencia en el mensaje. Las banderas españolas comenzaron a exhibirse como réplica a las catalanas y su significado es: soy español y los catalanes también lo son. Es decir, tienen una connotación de imposición sobre el otro. En Cataluña no se da este caso. No pretenden imponer a los españoles su bandera.
Habrá quien argumente que los que cuelgan la estelada pretenden imponerla a otros catalanes que se sienten españoles. Pero ese problema tiene una única solución en democracia: un referéndum pactado en el que los catalanes decidan por mayoría.
Gijón, 7-7-2018
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