Cosme Cuenca en su columna del
20 de julio, titulada ‘Juristas’, critica la decisión de un tribunal alemán de
no imputar a Puigdemont por el delito de rebelión. Achaca tal determinación
absolutoria al divorcio que hay, según él, entre la justicia y los tecnicismos
jurídicos. A partir de ahí se aparta de los juristas que practican tales
tecnicismos para otorgar a los ciudadanos honestos la capacidad de dilucidar lo
que es justo o no; y claro, los ciudadanos honestos saben, sin ninguna duda,
que los independentistas catalanes son unos delincuentes.
Creo que Cosme Cuenca cae en
este caso en un error muy frecuente: simplificar una realidad, que es siempre
compleja y admite, por tanto, múltiples lecturas. Él hace una, pero no cabe
duda de que hay personas igualmente honestas que hacen otras (no es éste el
lugar adecuado para exponerlas).
Mismamente, el propio concepto
de justicia admite diversas interpretaciones, como muy bien explica el filósofo
Michael Sandel, recientemente galardonado con el premio Princesa de Asturias de
Ciencias Sociales, en su libro titulado precisamente ‘Justicia’. Lo que
demuestra que, para abordar este tema –como tantos otros-, no solo hay que
hacerlo desde la honestidad sino también desde el conocimiento.
Gijón, 21-7-2018
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