Se cumple un año del triunfo de
Pedro Sánchez en las elecciones a la secretaría general del PSOE. Dado que su
victoria se basó en la promesa de un cambio político, demandado por las bases
del partido, consistente fundamentalmente en un giro a la izquierda y un mayor
peso de la militancia en las decisiones políticas, se puede hacer un balance de
su gestión para comprobar el nivel de cumplimiento.
La confrontación radical al PP,
simbolizada en el “no es no”, no parece haberse materializado, como demuestra
el apoyo al Gobierno en la aplicación del artículo 155 (en sintonía con
Ciudadanos). Tampoco aprovechó la oportunidad de mirar hacia Podemos (en
palabras del propio Sánchez), cuando no aceptó la invitación de ese partido
para sumarse a una moción de censura que desalojara a Rajoy de la Moncloa.
Otro incumplimiento que se puede
apreciar es su postura respecto al problema catalán. En lugar de centrar su
atención en la ciudadanía catalana, que demanda masivamente un referéndum legal
para decidir su futuro, sigue la tónica habitual de descalificar a los
dirigentes políticos, como hizo recientemente con el actual presidente de la
Generalitat, al que llamó racista.
No parece apreciarse, pues, un
cambio significativo, más allá de caras nuevas en los puestos de
dirección.
Gijón 22-5-2018
No hay comentarios:
Publicar un comentario