Hubo bastante unanimidad en
determinados medios de comunicación a la hora de informar sobre la pasada
manifestación de Barcelona contra el terrorismo yihadista. Pusieron el acento
en la exhibición de banderas, sobre todo esteladas, y en los abucheos al rey y
a los representantes del Gobierno, alegando que esa actitud de un sector de los
manifestantes había desvirtuado el mensaje de rechazo al terrorismo, objeto de
la manifestación. Pero yo creo que la manipulación estuvo más bien en la forma
en que dichos medios informaron del evento.
Primero, las imágenes utilizadas
no recogieron la cabecera de la manifestación, que, por expreso deseo de los
organizadores, estaba ocupada por los colectivos de ciudadanos que se
destacaron en la ayuda a las víctimas; en cambio, resaltaron la presencia del
rey y de los políticos que se apropiaron así del protagonismo. Interpretar la
presencia de banderas y de abucheos a las autoridades como falta de respeto a
las víctimas es falso, pues no se tiene en cuenta el contexto en el que se hizo
la manifestación: una confrontación radical entre la administración central y
la autonómica de Cataluña. La manifestación es un acto público, es decir,
político, y como tal la sociedad se muestra como lo que es, plural y conflictiva.
Han omitido la emotiva intervención de Rosa María Sardá al término de la
manifestación, posiblemente porque es catalana y se expresó mayoritariamente en
catalán. Finalmente, resulta bastante hipócrita acusar a un sector de los
catalanes de manipular el terrorismo cuando en España el partido político en el
poder, el PP, y sus medios de comunicación afines estuvieron manipulando
vergonzosamente durante años el terrorismo etarra. Aún hoy lo siguen haciendo.
La triste conclusión que se puede
sacar de todo esto es que a España le falta mucho para llegar a ser una
democracia consolidada.
Gijón, 28-8-2017
No hay comentarios:
Publicar un comentario