viernes, 7 de octubre de 2022

La dificultad de crear sentido en las sociedades contemporáneas


La modernidad como proceso de escisión de la totalidad

La cuestión del sentido está relacionada con la cuestión de la identidad. Pero la afirmación de la identidad es cada vez más difícil en nuestras sociedades. Como Weber supo ver, la modernidad supuso la desarticulación de la cultura en esferas escindidas entre sí.

En épocas premodernas las cosmovisiones aseguraban la unión entre las diversas esferas del conocer y del actuar; pero la modernidad industrial y capitalista ha provocado la separación de un ámbito económico, un ámbito político y un ámbito ideológico; dio lugar al surgimiento de una economía aislada, de un derecho formalizado y un Estado burocrático. La sociedad moderna es el ámbito en el que se generaliza una moral de tipo universalista y una estructura individualizadora del yo.

Como dice Habermas, actualmente está superada la posibilidad de desarrollar una identidad basada en una civilización concreta, centrada en torno a un Estado, y por ello se plantea la cuestión de desarrollar una nueva identidad que sea posible en sociedades complejas y compatible con estructuras de un yo universalista. En las sociedades modernas se da la posibilidad de llegar a un nivel postconvencional de la conciencia, caracterizado por una orientación jurídico-contractual y una orientación por principios éticos universales, posteriormente. Estos principios universales son: la justicia, la igualdad, la reciprocidad y el respeto por la dignidad de los seres humanos como personas individuales.

La filosofía y la política como posibles puntos de apoyo de la identidad

Este desarrollo de una estructura universalista de valores debe enfrentarse a una triple escisión del individuo moderno: frente a la naturaleza exterior, a la sociedad y a su naturaleza interior.

Ante esta escisión del individuo moderno Hegel propuso la filosofía como medio de unificar lo escindido. Pero la capacidad integradora de la filosofía como sustituto de la religión unificadora parece hoy bastante problemática. Aparte de la filosofía y la religión, el partido político y el Estado tampoco son capaces de proporcionar ese sentido.

Crisis de legitimación y motivación en la postmodernidad

Esta incapacidad para producir una identidad colectiva se constata en la actual crisis de la legitimación y de motivación.

La crisis de legitimación, además de estar basada en la desigualdad existente en nuestras sociedades de clases, está también relacionada con la imposibilidad de producir administrativamente el sentido. Solo la tradición cultural, sometida a una interpretación crítica continuamente renovada, es capaz de dar sentido y el sistema capitalista, que desarrolló una tecnología y una economía muy eficaces, tiene unos sistemas de valores que son los mismos de las sociedades preindustriales, ya que no fue capaz de sustituir la religión, produciendo desajustes entre una economía avanzada y una estructura ideológica arcaica.

Privatismo y despolitización

A la crisis de la legitimación se une la crisis de motivación que produce un privatismo y una esfera pública despolitizda, productos de una actitud cínica ante un sistema de representación política en el que ya no se cree. La crisis de motivación se produce porque las sociedades capitalistas son incapaces de desarrollar una ideología capaz de cumplir las funciones integradoras que antaño ejercían las religiones y los mitos.

La crisis de motivación y legitimación del capitalismo solo podrá superarse, según Habermas, mediante una reestructuración de dichas sociedades en clara ruptura con su base capitalista o mediante el rechazo de la necesidad de legitimación del sistema.

La solución de Luhmann

Esta es la solución de Luhmann, para el cual la sociedad actual ha dejado de ser estratificada para definirse mediante la funcionalidad de los distintos subsistemas en un sistema global. Al ideal democrático de gobierno y autodecisión, generador de identidad y sentido, se opone una concepción autoritaria del poder, que acepta la democracia solo como una ficción y recupera de Carl Schmitt la noción de soberanía como la capacidad de decidir en el instante del peligro, de manera que se seleccione entre las distintas posibilidades y se reduzca así la complejidad.

Conclusión

Como conclusión, podemos decir que el sujeto es algo a construir y con él la identidad y el sentido. Se nos abre la posibilidad de una experimentación lúcida que, jugando con las pulsiones, dé lugar a la construcción paulatina de una identidad que será fragmentaria, pero que podría desplazarse desde las pasiones negativas hasta las positivas, de la tristeza a la alegría, de la impotencia al poder y a la libertad (Spinoza), una identidad que despliegue sus polos revolucionarios y controle sus polos fascistas y destructivos.

 

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