jueves, 6 de octubre de 2022

El sentido de la historia


Se puede encontrar el sentido de la vida insertando la propia vida en el fluir de la historia. De esta manera el sentido de la vida individual es otorgado por el sentido de la historia.

La noción de sentido histórico es una noción lineal del tiempo, frente a la noción circular del tiempo propio de las culturas primitivas (agrícolas). La noción del tiempo cíclico se asocia con la tradición clásica griega y la noción de tiempo lineal, histórico, con la tradición judeo-cristiana.

La consideración de la historia como el escenario de la lucha entre las potencias del bien y del mal, con el triunfo final de las primeras, es una visión que se ha conservado ampliamente arraigado en la mayoría de las tradiciones emancipatorias religiosas o políticas. El judaísmo y el cristianismo ponen en escena el drama de la Creación, cuyos momentos fundamentales son la Caída, la Redención y el Juicio Final.

Esperanza y utopía

La filosofía de la historia de corte cristiano está centrada en la noción de esperanza. Esta esperanza en la restauración del sentido es considerada algo utópico cuando no se comparte la confianza del creyente.

La utopía nació en el seno del cristianismo liberal, humanista y erasmista y pretende instaurar el reino de Dios en la tierra y no esperar al juicio final.

La utopía surge cuando se pretende adecuar las estructuras sociales terrenas a los anhelos de libertad y justicia, que las religiones, especialmente la cristiana y luego la tradición ilustrada han hecho suyas. El bien y el sentido es algo a crear y en ese sentido es algo que no es teológico ni natural. Es un proyecto social en el que no haya miseria, ni sufrimiento, ni maldad o al menos en el que se hayan eliminado las causas sociales y económicas que impiden la felicidad de los humanos.

Dado que la felicidad es algo individual, que tiene que conseguir cada uno por su cuenta según sus aspiraciones y pretensiones particulares, a lo más que se puede llegar es a construir una sociedad que posibilite esto al eliminar las diferencias no queridas y estimular las diferencias libremente asumidas por los seres humanos.

Pero hasta este proyecto mínimo, que Marcuse consideraba ya posible, dado el nivel tecnológico y científico de nuestra época, se nos muestra como utópico. Habermas reprochó a Marcuse su utopía tecnológica y antropológica como imposible, dada la situación actual de la distribución de la riqueza y el poder y la colonización que dichos poderes llevan a cabo, tanto sobre la naturaleza exterior como sobre la naturaleza interior del ser humano (colonización del mundo de la vida).

La filosofía de la historia no puede justificar el sentido de la vida humana

El sentido de la vida, difícilmente fundamentable en la cotidianidad, se abre a la historia si no quiere caer en la fundamentación religiosa, pero la filosofía de la historia jamás podrá justificar completamente el sentido de la vida humana que, en última instancia, es individual. La vida ética y política, que busca su sentido, solo lo encuentra en sí misma. No es posible traspasar la responsabilidad por la propia vida a instancias supraindividuales, como el Estado, la clase o la historia.

 

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