lunes, 17 de octubre de 2016

Sobre los mártires de Nembra


En la catedral de Oviedo tuvo lugar, el pasado día 8, el acto de la beatificación de los llamados mártires de Nembra. Esta ceremonia, presentada como religiosa, tuvo marcadas connotaciones políticas, pues escenificó un episodio de nuestra historia reciente particularmente sensible para muchos españoles, porque aún supone, 80 años después, una herida abierta que es preciso curar.
 Y esta curación no tendrá lugar hasta que no se escriba (y se acepte) la verdadera historia de lo que realmente pasó en uno de los periodos más trágicos de la historia de España: la sublevación de una parte del ejercito contra un régimen democrático y contra un pueblo que aspiraba a subirse de una vez por todas al tren de la historia para salir del pasado retrógrado y oscurantista en el que había permanecido sumido.
Las consecuencias de tal desatino no pueden ocultarse por más que algunos lo intenten: una Guerra Civil que se cobró miles de víctimas; un régimen fascista que esclavizó a los españoles durante 40 años; y unas secuelas que, a día de hoy, se muestran de múltiples maneras (entre otras la vergonzosa situación de miles de víctimas republicanas que aún esperan recibir los honores que les corresponden por haber dado sus vidas en la lucha contra el fascismo).
Decir que las víctimas de Nembra fueron mártires “de la tormenta marxista” es una falsificación histórica, pues descontextualiza ese episodio, toma una parte por el todo, y hace cierto el dicho de que no hay mayor mentira que una verdad a medias. Los mártires de Nembra fueron unas pocas de las innumerables víctimas que hubo en España durante la guerra civil. Una guerra provocada por una sublevación militar fascista, responsable en última instancia de una de las mayores tragedias sufridas por nuestro pueblo.

                                   Gijón, 17-10-2016


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