En el ponderado artículo ‘Votar
corrupción’, publicado en este periódico el día 15 de julio, el autor, Cosme
Cuenca, se pregunta por qué los españoles votan mayoritariamente al partido más
corrupto. La explicación que da resulta de lo más plausible: eligen el mal
menor y expone cuatro posibles causas de ese comportamiento. Pero cabe
profundizar más en el análisis y preguntarnos por qué se elige el mal menor y
no el bien directamente como sería lo adecuado. Si la respuesta que damos a
esta pregunta es el desconocimiento de lo que puede ser el bien, nos
encontramos ante un problema de educación, de cultura, de formación cívica.
En los albores de nuestra
civilización, los grandes filósofos griegos hacían girar todo el conocimiento
(la filosofía, le política, la ética, la ciencia, etcétera) en torno al
concepto del bien, identificando éste con una organización social justa, de tal
manera que procurase la felicidad para todos los ciudadanos y no sólo para un
grupo reducido. Pero resulta que las humanidades, y entre ellas la filosofía,
son despreciadas en nuestros planes de estudio por considerar que, para
producir riqueza (al parecer el único fin que mueve el mundo), no conviene
formar ciudadanos que piensen.
Puede estar aquí una posible
explicación de por qué hay un gran porcentaje de españoles que votan siguiendo
el criterio del mal menor.
Gijón, 15-7-2014
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