jueves, 25 de febrero de 2016

Intervención PSOE Gijón (15-2-2016)

Intervención en la Asamblea extraordinaria de la Agrupación de Gijón del 15-2-16)

Creo que no digo nada que no se sepa si digo que estamos atravesando una de las mayores crisis de la reciente historia de España; crisis comparable a la que tuvimos en los años de la Transición cuando el 23-F, o cuando la ETA mataba a docenas de personas.
Pero lo que quizá se sepa menos es que las crisis suponen una oportunidad única para efectuar los grandes cambios. Esta es la lectura que hay que hacer de esta crisis: hay que aprovecharla para cambiar. De ahí que la palabra cambio deba formar parte importante de nuestros discursos (cambio va unido a autocrítica y es lo contrario de más de lo mismo)
Pero cuando se habla de cambio tenemos que preguntarnos qué es lo que hay que cambiar y por qué. La respuesta la dieron los indignados con sus eslóganes: “Lo llaman democracia y no lo es”. Es decir, esta democracia que nos dimos en la Transición quedó agotada, obsoleta, no da respuestas a los graves problemas que tenemos planteados los ciudadanos.
La explicación es obvia: la globalización, el fenómeno tecnológico, económico, político, social y cultural que se está produciendo en el mundo en los últimos años, está siendo pilotado por el neoliberalismo, de ahí que se conozca como globalización neoliberal. No la conduce la democracia (entonces se llamaría globalización democrática), ni mucho menos el socialismo (globalización socialista). No mandan los ciudadanos, ni los partidos, ni siquiera los Estados; mandan los poderes financieros, los mercados desregulados  De ahí lo absurdo de los discursos autocomplacientes que se oyen en el PSOE, de ahí el error de las políticas basadas en más de lo mismo.
El cambio consiste, pues, en un salto cualitativo en la conquista de la democracia (“Democracia real ya”, gritaban los indignados). Y para ello hay que cambiar las instituciones (los partidos), pues tal como indicaban también los del 15-M, “No nos representan”.
Y aquí entramos en el análisis de nuestro partido. Tiene que cambiar para poder liderar el cambio señalado. Y el cambio consiste en primer lugar en democratizarlo. Teniendo en cuenta que la democracia es la soberanía del pueblo, democratizar el partido significa que la militancia asuma el protagonismo de la política. Pero esa soberanía no tiene que dárnosla nadie, tenemos que tomarla nosotros, tenemos que creernos que somos los soberanos y ejercer de tales. Ni feligreses, ni gregarios, ni figurantes, ni satélites girando alrededor de nadie. Soberanos, capaces de hacer la política del partido por nosotros mismos.
Pero ser soberano significa también ser responsable y esto requiere saber. De ahí que el primer paso para cambiar el partido sea convertir las Casas del Pueblo en aquello para lo que fueron concebidas: escuelas de aprendizaje para los militantes/ciudadanos. Aprendemos con el diálogo entre todos y en condiciones de igualdad, aprendemos unos de otros, aprendemos de forma autodidacta y en grupo. El mundo se cambia con ideas, con cultura, y para ello nosotros debemos tenerlas.

Juan Manso. 

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