domingo, 4 de octubre de 2015

Foucault. Tecnologías del yo. Y otros textos afines


Las tragedias sobrevenidas en el mundo occidental en los siglos XIX y XX (colonialismo, guerras mundiales, Auschwitz, etc.) llevaron a los filósofos de esa época a bajar la Razón del pedestal al que la había subido la Ilustración. Su sacralización había llegado al cenit con Hegel que llegó a afirmar: “Lo que es racional es real y lo que es real es racional”.
Ya en el siglo XIX, los filósofos de la sospecha (Marx, Nietzsche, Freud) cuestionaron de diversas maneras la ortodoxia de la filosofía clásica. Las corrientes filosóficas posteriores como la fenomenología, el existencialismo, la hermenéutica, la Escuela de Fráncfort fueron apartándose progresivamente del ‘ideal’, lo ‘absoluto’, lo ‘perfecto’, hasta llegar a su punto más alejado: el existencialismo. Y es aquí donde se sitúa Michel Foucault.
Colocado en el epicentro del huracán ideológico de mediados del siglo XX, París, es comprensible que Foucault haya fijado su atención en los límites de la sociedad: los locos, leprosos, criminales, desviados, pensadores oscuros…, para, a partir de ellos, tratar de subvertir lo establecido, lo conocido. De ahí su consigna: ‘pensar de otro modo’. Ésa era la única condición de posibilidad para la creación de la libertad.
Su obra reúne todos los requisitos del estructuralismo (aunque él no se reconocía como tal); lo aplica a la historia crítica del pensamiento. Así, encontramos en su pensamiento un antihistoricismo (la historia sin sentido ni finalidad) tan exacerbado como su antihumanismo (llegó a anunciar la muerte del hombre).
Para Foucault la historia de la cultura está gobernada por las ‘epistemes’, una suerte de ‘a prioris’ históricos (inconscientes para sus usuarios), en cuyo interior y a partir de los cuales se organizan los procedimientos cognoscitivos de las ramas del saber correspondientes en un determinado tiempo histórico. Lo que le interesa es la diferencia radical que separa los ‘epistemes’ de las diferentes épocas.
El libro, Tecnologías del yo. Y otros textos afines, es una muestra de cómo Foucault aplica su ‘arqueología’ a las epistemes de las distintas épocas para descubrir sus correspondientes modos de pensar. El escrito recoge el trabajo desarrollado por Foucault en su etapa de profesor en el Collége de France. En él profundiza en los archivos históricos para abrir una nueva línea de investigación, la biopolítica, que él considera fundamental para entender la manera en que los Estados modernos gestionan la existencia biológica de las poblaciones.
En la primera parte del escrito, Tecnologías del yo, Foucault verifica cómo los modelos discursivos o epistemes cambian en los sucesivos periodos históricos: la Grecia clásica (siglos V y IV a. C.); el periodo helenístico-imperial (siglos II y III d. C.) y el bajo imperio (siglos IV y V), dando lugar a distintos modelos culturales, estando estos determinados por las relaciones y combinaciones de elementos diversos, tales como: el ‘atrévete a saber’ lésbico; el ‘cuidado de sí’, la meditación, el ascesis y el examen de conciencia de los estoicos; y la obediencia, la confesión, el silencio, la exomologesis, la exagonesis…, de los cristianos. En este texto Foucault hace especial hincapié en dos aspectos: la sexualidad por medio de la cual los individuos se objetivan como sujetos, y la relación entre el ‘conócete a ti mismo’ y el ‘ocuparse de sí mismo’. Foucault descubre cómo el predominio del primero sobre el segundo, debido a la influencia del cristianismo, condiciona nuestro sentido de la moral, la teoría del conocimiento y las ciencias humanas.
En la segunda parte del escrito, Omnes et singulatim. Hacia una crítica del la razón política, Foucault aborda el problema que se deriva de la conjunción, en las sociedades modernas de un poder individualizador con un poder totalizante. Para ello estudia la genealogía del poder, siguiendo el rastro de dos tradiciones: la oriental del rey-pastor y del pueblo-rebaño, y la de la ciudad/ciudadano que se daba en la Grecia clásica.  Con el triunfo del cristianismo, la primera prevaleció sobre la segunda hasta llegar a nuestros días. Este hecho se combina con otra tradición que se originó en los albores del Estado moderno (siglos XVI y XVII): la organización de la sociedad a partir de dos cuerpos de doctrina: la razón de Estado y la teoría de la ‘policía’. De resultas de todo ello nos encontramos en la actualidad con que estamos sometidos, por parte del Estado, a dos poderes contradictorios: la individualización y la totalización.
 La conclusión que saca Foucault es que la liberación no puede venir más que del ataque, no a uno o a otro de estos efectos, sino a las raíces mismas de la racionalidad política.
Comentarios:
Hago dos comentarios personales:
1. Creo que la influencia histórica del cristianismo tuvo consecuencias negativas para la sociedad, al menos desde una perspectiva democrática. De haber prevalecido el criterio griego del ‘conócete a ti mismo’, vinculado al ‘cuidado de sí’, que llevaba implícito tanto el diálogo para conocer la verdad y acceder a la virtud, como el compromiso con la política, nuestras democracias estarían más desarrolladas.
2. Si bien la filosofía de Foucault es útil porque sirve para conocer las determinaciones históricas de lo que somos y poder así liberarnos de las ataduras individuales y sociales (piénsese en el hegemónico neoliberalismo), creo que el hombre no debe renunciar a ser el dueño de su destino, ni perder las referencia griegas e ilustradas.

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