Quizá se pueda comprender mejor
la polémica que se produce en Gijón con motivo de las corridas de toros
situándola dentro del contexto histórico que estamos viviendo: un proceso de
cambio. La manifestación más visible de ese cambio se da en la política con la
emergencia de nuevos partidos. Sin embargo, el cambio que se demanda (y se
precisa) va bastante más allá de la política. Es un cambio de valores, de
comportamientos, de cultura, de ideas… Y aquí es donde se plantea el problema,
porque no todos nos posicionamos igual ante esta necesidad. Hay quien no quiere
que haya cambios y otros no coinciden o no tienen claro el cambio que se
necesita. Es en este contexto donde se sitúa la polémica taurina.
Desde luego, parece claro que la
mayoría de los que defienden la mal llamada fiesta nacional no son partidarios
de cambio alguno, mientras sí lo son sus detractores (también con las
excepciones pertinentes). A ese respecto resulta significativo que los partidos
de derechas (Foro, PP y Ciudadanos) hayan manifestado su propósito de mantener
las corridas de toros, mientras la izquierda se posiciona en contra, con lo que
aquí se cumple el tópico de que la derecha es conservadora y la izquierda
transformadora.
En mi opinión, el cambio que se
demanda lleva implícita una mayor empatía con los débiles, con los que sufren,
con los perdedores del sistema. Es un cambio hacia la izquierda. Convertir en
un espectáculo el martirio, seguido de muerte, de un animal, condenado
irremisiblemente a ser la víctima del festejo, no me parece que denote
sentimientos de empatía por parte de los defensores de esta tradición.
Gijón, 19-8-2015
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