Hay días en los que las noticias
y los comentarios políticos se combinan para señalar, igual que el niño del
cuento, que el rey está desnudo o para mostrar que muchos dirigentes políticos
practican el maquiavelismo con un arte que supera al propio Maquiavelo. Tal
ocurrió, por ejemplo, el día 1 de agosto en este mismo periódico.
Efectivamente, en esa fecha El
Comercio recoge las declaraciones de Rajoy haciendo un balance del curso
trascurrido, al tiempo que esboza el proyecto de Presupuestos para 2016 en
clave a la vez de recuperación y electoralista, como haciendo ver que, gracias
a las medidas tomadas por su Gobierno (eso sí, necesariamente dolorosas),
España puede mirar al futuro con esperanzado optimismo (siempre que sigamos
confiando en él, naturalmente).
Al mismo tiempo, en otras
páginas del mismo diario, artículos como ‘De aquellos políticas vienen estos
lodos’, de Fulgencio Argüelles; ‘Hablemos del funcionariado’, de
Argüelles-Meres; o la propia Editorial, ‘Balance preelectoral’, desenmascaran a
los impostores con argumentos incontestables, tales como que las medidas de
austeridad y recortes, tomadas por el Gobierno, no sirvieron más que para
aumentar las desigualdades y disminuir los derechos; o la equiparación entre el
discurso de la recuperación macroeconómica que hace Rajoy y el uso del diablo
que hacen tradicionalmente las religiones para impedir que los excluidos de
siempre despierten de su letargo; o la demonización que hizo el PP de los
funcionarios públicos para bajarles el sueldo y aumentarles la carga de trabajo
que, además de injusta, resultó inútil porque, no solo se mantuvieron los
privilegios de los políticos, sino también los cargos nombrados a dedo por
ellos, con el consabido fracaso en la resolución de los problemas.
La conclusión que puede sacarse
de estos análisis parece obvia: es un monumental error pretender salir de la
crisis múltiple que padecemos por la vía del neoliberalismo, porque fue éste
quien la produjo.
Gijón, 5-8-2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario