Con el desembarco de Podemos en
las instituciones públicas (Ayuntamientos, Parlamentos, etc.) se están
produciendo tensiones entre los representantes de esta organización emergente y
los pertenecientes a los viejos partidos, cuya naturaleza es conveniente
conocer para tratar de resolverlas de la mejor manera posible.
Un libro de Alejandro Nieto, ‘El desgobierno de lo público’
(Editorial Ariel), arroja luz sobre este intrincado asunto, al explicar en qué
consiste la corrupción política. En la contraportada del libro se pueden leer
frases como: “La política se ha convertido en un negocio y los partidos
políticos compiten en un mercado inspirado en el lucro personal y apoyado por
la corrupción más descarnada en cuanto a los intereses sociales y colectivos
pero muy rentable para los gestores.” o “El Estado ha sido sustituido por una
partitocracia y en último extremo, por una oligarquía económico-política”.
Demuestra estas tesis con
abundantes argumentos. Concretamente hace referencia a la ‘ley de hierro de la
oligarquía’ que, enunciada por Robert Michels, a principios del siglo pasado,
tiene plena actualidad. Consiste en lo siguiente: para que la acción de los
partidos políticos sea eficaz, necesitan delegar en una minoría que los represente.
Esta minoría, buscando una mayor operatividad, tiende a organizarse en torno a
un grupo más reducido. El resultado final de este proceso es que aparece una
reducida oligarquía que ocupa el aparato y dirige a la masa. A partir de este
grupo central se va cristalizando luego un grupo oligárquico, ya que los
dirigentes se suelen rodear de personas incondicionales y no suelen gustarles
las personas con criterios propios, capaces de hacer crítica. Alrededor del
líder suele crearse, prácticamente por cooptación, un estado mayor afín, cuyo
objetivo es el mando mediante el control de las palancas básicas de
organización.
Gijón, 4-7-2015
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