Giordano Bruno es coetáneo de
Kepler y Galileo -un poco más joven- y su doctrina inspiró a filósofos como
Spinoza y Hegel.
Defensor a ultranza del
heliocentrismo, que mezcla con sus propias especulaciones, enemigo, por tanto del
geocentrismo, supo entender la importancia del nuevo pensamiento para
comprender el mundo.
Neoplatónico, enemigo igualmente
del aristotelismo, concibió un universo infinito, uno e inmóvil, del que
Spinoza tomó la idea de la sustancia única. Creía que Dios era la causa interna
(artífice interno) de los fenómenos naturales. Se acerca así a una concepción
panteísta del mundo, donde Dios se identifica con la totalidad, con la Naturaleza , no siendo
nada distinto a ella.
Afirma la existencia de múltiples sistemas
solares que surgen y desaparecen en un universo que se desarrolla como un
organismo vivo, animado por el alma del mundo, donde todos los seres, tanto los
vivos como los inanimados, son entendidos como manifestaciones de este
organismo.
La defensa que hizo de las
teorías de Copérnico no la fundamenta en conceptos científicos, sino en su idea
de un universo infinito. Sus especulaciones, aún carentes de contenido
científico, tuvieron una gran influencia en la nueva manera de concebir el
mundo.
Perseguido,
encarcelado y quemado vivo en Roma, en el año 1600, por la Inquisición , Bruno
representa el espíritu típico de los pensadores humanistas. El año de su muerte
es considerado por muchos autores como fecha de terminación del Renacimiento.
(Pregunta de examen de Historia
de la filosofía medieval y renacentista II. Grado en Filosofía. UNED-Gijón,
8-6-2015)
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