Hace unos días El Comercio
publicó un reportaje con amplia información gráfica en el que denunciaba el
deterioro material y el estado de abandono en el que se encuentran muchos
edificios e instalaciones judiciales en Asturias, señal evidente de una mala
administración en ese campo.
Pero relacionado con la
justicia, creo que existe un deterioro mayor y más preocupante. Se trata del
profesional e incluso del moral. La justicia española está llena de leyes
obsoletas, ambiguas o contradictorias que convierten ese mundo en un galimatías
o caos en el que la picaresca encuentra el terreno abonado, al mismo tiempo que
actúa como una trampa fatídica para muchas personas honestas que tienen la
desgracia de caer en sus redes. En palabras del abogado José María Ruiz Soroa
“el Derecho Positivo español no proporciona soluciones claras a las situaciones
conflictivas, es decir, es un mal Derecho”. Algunas leyes, como las
relacionadas con la revelación de secretos, son tan absurdas e increíbles que se
convierten en auténticas espadas de Damocles que penden sobre las cabezas de
muchos profesionales, como los de la enseñanza o los de la sanidad por citar
dos colectivos muy amenazados. Basta una denuncia interesada o malintencionada
para que una persona digna, incluso ejemplar, sea arrastrada a un auténtico
calvario.
La regeneración política que
precisa este país se extiende también a otros campos, siendo la justicia uno de
ellos.
Gijón, 19-7-2015
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