El proceso de cambio que estamos
viviendo en España se inició el 15 de mayo de 2011 cuando los indignados
salieron a las calles y plazas y desde entonces se va consolidando, siendo el
último paso el dado el 24-M, fecha en la que muchos indignados tocaron el
poder. Pero, como en todos los renaceres de la historia, éste cuenta con muchas
resistencias.
El progreso siempre se abre
camino teniendo que luchar con fuerzas reaccionarias muy poderosas. Piénsese en
la Contrarreforma
que a punto estuvo de acabar con el movimiento humanista-renacentista, o la
reacción absolutista del rey Carlos X que frenó temporalmente el proceso
iniciado por la Revolución Francesa
o, en época más reciente, el golpe de Estado militar franquista que retrasó el
avance de la democracia en España durante 40 años.
La historia, pues, se repite,
aunque con distintos actores y escenarios.
Los ataques que recibe Podemos (el motor del cambio) son furibundos, si
bien no sangrientos como los mencionados, ya que se hacen desde el ámbito
político-mediático (casos Monedero, Zapata, Maestre, descalificaciones a Xixón
Sí Puede, etcétera).
Todo hace suponer que en los
próximos tiempos vamos a asistir a una encarnizada lucha en la que, sin duda,
acabará triunfando más tarde o más temprano la renovación, porque supone el
progreso.
Gijón, 26-6-2015
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