No me parece exagerado calificar
las elecciones municipales y autonómicas del pasado día 24 de históricas y, en
ese sentido, pueden compararse con las de 1982. Si aquellas las vivimos en
clave de optimismo y esperanza, porque intuíamos que representaban el
espaldarazo definitivo para consolidar la democracia en España e iniciar así el
camino hacia Europa que entonces representaba el progreso, las del pasado
domingo se nos presentan como un paso importante hacia la necesaria regeneración
democrática, que estos tiempos turbulentos demandan.
Efectivamente, no se pueden
hacer vaticinios sobre lo que nos depara el futuro, pero en el nuevo escenario
político, surgido del 24-M, se dan unas circunstancias favorables, de tal
manera que, si se acierta a mover bien las piezas, puede abrirse un nuevo
periodo positivo para el país. La jugada consiste, en mi opinión, en crear un
frente de progreso y de regeneración entre los tres partidos de izquierdas:
PSOE, Podemos e IU. Ello es factible, pues comparten un programa común: el de
la genuina socialdemocracia, que pueden oponer como alternativa al
neoliberalismo que nos llevó a la crisis. Las dificultades, no pequeñas, a
superar serían los personalismos que se dan en la política y el déficit de formación
y de cultura que se da en la sociedad y que la lastra para asumir el
protagonismo que el cambio requiere.
Si este diagnóstico es correcto,
podemos deducir que las fuerzas políticas mencionadas deberían centrar sus
esfuerzos en superar ambas lacras. Juan.
Gijón, 26-5-2015
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