miércoles, 31 de diciembre de 2014

Los cambios necesarios

Existe la idea generalizada de que tiene que producirse un cambio en la sociedad española que consiste en una regeneración de la democracia, pero no se tiene claro el camino a seguir. En mi opinión, el proceso puede responder al siguiente guión: primero, tenemos que cambiar nosotros, los ciudadanos, en el sentido de asumir las responsabilidades del compromiso político, por aquello de que la democracia es el gobierno del pueblo. Este compromiso pasa por crear espacios –físicos- de diálogo, por cuanto la manera en que el ciudadano participa en la política es con la palabra; dichos espacios pueden ser las sedes de los partidos políticos (las casas del pueblo). Aquí nos encontramos, quizá, con la mayor dificultad, pues carecemos de la cultura del diálogo -no nos escuchamos unos a otros-.
El segundo paso es regenerar (democratizar) los partidos. Como los actuales dirigentes no muestran voluntad de hacerlo, deberá ser el pueblo, es decir, nosotros, quienes tengamos que efectuar el cambio, siguiendo el criterio antes descrito. La participación política ha de centrarse, en primer lugar, en definir, conocer, practicar y divulgar el programa político (cada partido tiene el suyo); en segundo lugar, en elegir a los candidatos más idóneos para ocupar los diferentes cargos en las instituciones, y, finalmente, en controlar sus acciones -deben dar cuenta de sus actos a la militancia-. La cultura adquiere una importancia capital para realizar esta labor, por cuanto nos aporta la experiencia histórica necesaria para la toma de decisiones. En definitiva, se trata de reducir algo el tiempo que dedicamos a la vida privada para dedicarlo a la pública.
Sin duda esta forma de hacer política resulta utópica, pero, como dijo Oscar Wilde, “El progreso es una utopía hecha realidad”. No es imposible de realizar; solo se requiere voluntad de hacerlo.

                                                       Gijón, 1-1-2015 

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