El existencialismo lleva la muerte de Dios hasta sus últimas consecuencias
1- Contextualización
El existencialismo es un humanismo es una de las obras del filósofo Jean Paul
Sastre y fue escrita en 1946 para defender su filosofía, el existencialismo, de
las críticas de las que era objeto.
El existencialismo es un sistema filosófico que surge en Europa en la
primera mitad del siglo XX como un intento de buscar salidas a la crisis que en
todos los ordenes (político, económico, social, cultural, ético, etc.) sacudía
al mundo en aquella época. No fue el único movimiento; otros más trataron
desesperadamente de dar respuesta a la crisis: el Psicoanálisis de Freud, la Escuela de Frankfurt, la Hermenéutica o el
Estructuralismo, todos ellos apuntando soluciones diferentes, pero con un
denominador común: el rechazo a la tradición filosófica moderna basada en el
culto a la razón y en la primacía del sujeto.
Hegel, en el atardecer del
idealismo triunfante, proclamó la identidad de lo racional y lo real: “Lo que
es racional es real y lo que es real es racional”.Después de algunas
sangrientas revoluciones, dos guerras mundiales extremadamente mortíferas, un
genocidio programado como misión científica y dos deflagraciones atómicas, la
célebre frase de Hegel deja un gusto amargo.
Se apuesta, pues, por un nuevo
concepto de racionalidad que toma conciencia de sus límites y que,
consecuentemente, ya no aspira a alcanzar la verdad desnuda y objetiva sino, lo
más, a desenmascarar cuantos supuestos irracionales subyacen en ella.
Para tratar de
hacernos una idea del contexto histórico en el que se sitúan estos movimientos
filosóficos, hagamos el siguiente ejercicio de imaginación: un señor, que ronda
los 70 años, conduce un coche por los Capos Elíseos de París en la primera
década del siglo XX. Va con miedo, pues no está habituado a la velocidad y ha
visto ya varios accidentes de tráfico en su vida. Situemos a este individuo en
la historia: nacido en el año 40 del siglo XIX, su abuela vivió en la época
anterior de la Revolución Francesa
(1789), es decir, en el Antiguo Régimen, y sus nietos conocerán las bombas
atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki y la llegada del hombre a la luna; es
decir, en cinco generaciones la humanidad ha experimentado un cambio increíble.
No es de extrañar en estas circunstancias la sensación de crisis y pérdida de
referencias.
2- Síntesis de contenidos
Origen del existencialismo
Precisamente el existencialismo
es una respuesta radical a esa pérdida de valores y referencias, concretamente,
a la muerte de Dios. Fueron los ilustrados en el siglo XVIII los que dejaron de
identificar a Dios como la causa suprema de todas las cosas. Hasta entonces, este
Dios había sido concebido como un gran artesano. La explicación resultaba
sencilla: igual que el artesano elabora un objeto partiendo de su concepción
previa y mediante la aplicación de la correspondiente técnica, así también Dios
concibió el mundo y lo creó. En ambos casos, la esencia (el concepto) precede a
la existencia (el mundo). El hombre forma parte esencial de esa creación y como
tal tiene también una finalidad.
Como queda dicho, los ilustrados
apearon a Dios del proyecto de la creación, pero mantuvieron la finalidad del
hombre al atribuirle a éste una naturaleza humana que determina su
comportamiento. Aquí también la esencia del hombre (su naturaleza) precede a la
existencia.
El
existencialismo sartriano es más coherente; lleva la no existencia de Dios
hasta sus últimas consecuencias. Que Dios no exista implica que no hay
naturaleza humana, ya que ésta no fue concebida. El hombre empieza, pues, por
existir (es arrojado al mundo), pero parte de la nada ya que, al no tener
naturaleza, no puede ser definido. En este caso, la existencia precede a la
esencia.
Críticas que se hacen al existencialismo
En su escrito, Sartre recoge las
críticas que se hacen a su sistema filosófico y aprovecha sus réplicas para
exponer su filosofía. Las críticas más comunes son:
Del lado comunista:
1) Conduce a la inacción, porque
no tiene en cuenta preceptos, normas u objetos que vengan de fuera del hombre.
2) Sólo ve la parte negativa de
la existencia por lo que cae en el pesimismo.
3) La concepción subjetiva que
hace de la vida conduce al hombre al aislamiento y a la insolidaridad con otros
hombres.
Del lado cristiano:
4) Al no tener en cuenta los
valores eternos emanados de Dios, el hombre se encuentra perdido, sin
referencias morales y carece de criterio para juzgar el comportamiento de los
demás.
5) Se critica
además a Sartre el haber banalizado la palabra ‘existencialismo’, al perder su
sentido original, aparte de que, al haber varias corrientes del existencialismo
(la de Heidegger, la cristiana y la francesa), se produce confusión.
El existencialismo es positivo porque parte
de la libertad del hombre
A los que identifican el
existencialismo con lo sórdido y lo feo de la vida humana, Sartre les replica
que es justo al revés: la visión del mundo de los críticos es más negativa
porque parten de normas preestablecidas por el hombre que éste es incapaz de
modificar. No ocurre así con el existencialismo, que concede al hombre la
libertad de construir su vida y, consecuentemente, cambiar las cosas. El
existencialismo es, pues, optimista porque parte de que el hombre es libre y
dueño, por tanto, de sus actos; no está ni determinado ni condicionado.
Si, tal como
afirma el existencialismo, el hombre es responsable de lo que es, es
responsable de su vida. El nombre será lo que habrá proyectado ser, será tal
como se concibe después de su existencia; el hombre no es otra cosa que lo que
él se hace.
El concepto de subjetividad sartriana
Precisamente en
eso consiste el concepto de subjetividad en la filosofía sartriana: el nombre
es un proyecto que se vive subjetivamente. Ahora bien, si la existencia precede
a la esencia y nosotros quisiéramos existir al mismo tiempo que modelamos
nuestra imagen, esta imagen es verdadera para todos y para nuestra época. El
concepto de subjetividad sartriano tiene dos sentidos: por una parte quiere
decir elección del sujeto individual por sí mismo y por otra imposibilidad para
el hombre de sobrepasar la subjetividad humana. Cuando decimos que el hombre se
elige entendemos que cada uno de nosotros se elige, pero también queremos decir
con esto que, al elegirse, elige a todos los hombres. No hay ninguno de
nuestros actos que, al crear al hombre que queremos ser, no cree al mismo
tiempo una imagen del hombre tal como consideramos que debe ser. El elegir esto
o aquello es afirmar al mismo tiempo el valor de lo que elegimos.
Defensa de la subjetividad sartriana
Se critica la subjetividad del
existencialismo porque se interpreta mal. La interpretación correcta de este
concepto parte de considerar el “Pienso luego existo” de Descartes como una
verdad absoluta que se sitúa como punto de partida para las demás verdades. Es
la conciencia captándose a sí misma, la que nos permite acceder a otras
verdades. Pero el ‘cogito’
existencialista comprende también a los demás; dicho de otra manera, nos
captamos a nosotros mismos al mismo tiempo y a través de los demás. Somos en
función de cómo nos ven los demás. Descubrimos así el mundo de la
intersubjetividad en que el hombre decide lo que es y lo que son los otros. Los
otros son libertades colocadas frente a mí que quieren y piensan por y contra
mí.
Es falso que el
hombre pueda elegir, hacer cualquier cosa, de manera caprichosa o gratuita. No
puede elegir no elegir, por ejemplo. La elección no es caprichosa, pues ha de
elegir condicionado por una situación y no es gratuita de la misma manera que
un artista crea una obra de la nada, sin tener nada a priori. Lo que hay de
común entre el arte y la moral es que en ambos casos tenemos invención y
creación y no podemos decir a priori lo que hay que hacer.
Defensa de los valores sartrianos
Otra objeción que
se hace a los existencialistas es la gratuidad de sus valores. Estos, dicen, no
son serios pues los eligen los hombres. La respuesta está en admitir que de la
inexistencia de Dios se deriva que no existen valores a priori por lo que es
necesario que alguien invente los valores. Le corresponde a cada ser humano ese
papel. La vida a priori no tiene sentido: antes de que ustedes vivan la vida no
es nada; les corresponde a ustedes darle un sentido y el valor no es otra cosa
que el sentido que ustedes eligen.
Defensa del humanismo sartriano
Sartre se
defiende del ataque que le hacen por haber criticado al humanismo. Dice que
critica a éste en la medida en que toma al hombre como fin, porque no existe
ninguna finalidad en la vida. En cambio sí acepta el humanismo como un
rebasamiento o trascendencia del mismo. Precisamente, Sartre apuesta por el
humanismo hasta el punto de dar esta definición al existencialismo, como queda
patente en el título de la obra que comentamos: El existencialismo es un humanismo. Justifica esta afirmación
definiendo el existencialismo como una filosofía que concibe la vida desde la
perspectiva del hombre, ya que afirma que toda verdad y toda acción implican un
medio y una subjetividad humana.
El existencialismo permite juzgar a los demás
La acusación de
que no podemos juzgar a los demás es verdadera y falsa a la vez. Verdadera
porque cada vez que el hombre elige su compromiso, si lo hace con sinceridad y
lucidez, sea cual fuera su proyecto, es imposible hacerlo preferir otro. En
cambio, se puede juzgar el comportamiento de los demás porque se elige frente a
otros. Se puede ver que unas elecciones se fundamentan en el error y otras en
la verdad. En el primer caso decimos que el hombre actúa de mala fe, porque
busca excusas. Cuando hablo de juzgar a otros no me refiero a un juicio moral,
sino que defino su mala fe como un error. No se puede escapar al juicio de la
verdad, la mala fe es una mentira porque disimula la libertad del compromiso.
Hay mentira cuando digo que existen valores a priori, porque entro en
contradicción al decir a la vez que los quiero y que se me imponen. Si actúo de
mala fe a propósito, caigo en la incoherencia porque los actos de los hombres
de buena fe tienen como última significación la búsqueda de la libertad como
tal. No hay excusas deterministas para la acción ya que la existencia del
hombre en la tierra es pura contingencia. Sólo se puede juzgar desde el plano
de la autenticidad. Sólo aquí la moral es universal. En otros planos es
particular y variable.
Crítica de la moral kantiana
Sartre critica el
concepto de la moral de Kant porque éste cree que lo formal y lo universal son
suficientes para construir una moral. No es así, porque los principios
demasiado abstractos para definir una acción fracasan. El contenido de la
acción es siempre concreto y, por tanto, imprescindible. La única cosa que
tiene importancia es saber si la invención que se hace, se hace en nombre de la
libertad.
En el
existencialismo el hombre convive permanentemente con tres sentimientos la
angustia, el desamparo y la desesperación.
La angustia
El existencialismo explica la
angustia que permanece a modo de remanente en la vida de los hombres. Se debe a
que el hombre se ve obligado a tomar decisiones constantemente, lo que supone
una responsabilidad no solo para él, sino que implica a la humanidad entera.
Cuando determina una acción, ha de contar con la repercusión que ésta pueda
tener para el resto de la humanidad, por lo que tiene que asumir una
responsabilidad que le produce angustia.
La forma que toma la influencia
de la conducta del hombre en los demás consiste en que, al actuar, el hombre no
solo elige su ser, sino que se convierte en legislador. Esto se verifica al
hacer la pregunta ¿qué sucedería si todo el mundo hiciera lo mismo que yo?
El hombre puede
actuar con mala fe y no considerar la repercusión de su conducta en los demás.
Entonces se engaña a sí mismo y, aunque enmascara su angustia, ésta aparece,
pues no está bien con su conciencia. La angustia por otra parte, no conduce a
la inacción, sino que es la condición misma de la acción.
El desamparo
El punto de
partida del existencialismo está en la afirmación de Dostoievski: “Si Dios no
existe, todo estaría permitido”. Como ello es así, no existen valores a priori
a los que el hombre pueda aferrarse para caminar por la vida. Eso le obliga a
elegir cuáles serán sus valores, por eso, Sartre dice que “el hombre está
condenado a ser libre”. Esta situación le produce una sensación de desamparo.
Los sentimientos tampoco ayudan a decidir porque son ambiguos y se confirman a
posteriori, después de realizada la acción.
La desesperación
La desesperación es otro
sentimiento que el existencialismo descubre en el hombre. Surge de la
constatación de que toda acción del hombre depende solo de su voluntad y del
conjunto de probabilidades que la hacen posible. Éstas se limitan a lo próximo,
a lo que conozco y controlo, como que el tren en el que llegará mi amigo,
llegue puntual y no descarrile. No puedo contar con nada más. Esta idea es la
que expresa Descartes cuando dice: “Vencerse más bien a sí mismo que al mundo”.
Esto es lo mismo que decir que hay que obrar sin esperanza.
Esta realidad no
nos debe llevar al quietismo, ya que puedo optar por el compromiso y actuar
siguiendo la fórmula: “No es necesario fundamentar la acción en la ilusión,
sino en el compromiso”. El existencialismo es lo contrario que el quietismo.
Éste se da de en aquellas personas que piensan que los demás harán las cosas
por mí o que buscan pretextos para justificar su inacción o su miseria moral,
como las circunstancias, la mala suerte, la herencia, etcétera. El existencialismo
desenmascara esta falsedad al proclamar que el hombre es lo que hace y lo que
hizo con su vida; sólo de él es la responsabilidad de lo que hizo y no hizo
porque la realidad es acción y sólo cuenta la realidad.
3- Comentarios y críticas
La parte positiva del existencialismo
El existencialismo sartriano es
particularmente válido, sobre todo, en nuestra época, porque sale al paso
valientemente y sin ambigüedades a la doble y triple moral y al relativismo que
caracterizan a las sociedades de hoy. Al responsabilizar únicamente al
individuo de su conducta, al no admitir como condiciones de la misma ningún
tipo de influencias externas, ni genéticas, ni históricas, ni culturales,
etcétera, el hombre se ve obligado a enfrentarse a su conciencia y a su
voluntad, y hacer uso de ellas para dirigir (construir) su vida. Ya no le cabe
al hombre buscar ningún subterfugio o coartada para no tener que enfrentarse a
la verdad. La autenticidad de su vida es su norte y eso le lleva al compromiso
con los demás, al compromiso con la política.
Esta actitud
ética podría asimilarse a la filosofía del ‘Como si’: actúa siempre en la vida
como si las cosas tuviesen solución. Por otra parte, es una respuesta
inteligente a la pérdida de referencias externas al hombre que hasta tiempos
recientes le sirvieron de ayuda, pero que en la actualidad carecen de sentido.
Me refiero a las ideas de Dios, razón, patria, ideología, etcétera. En
definitiva, el existencialismo es una filosofía de la esperanza.
La parte negativa del existencialismo
Quizá la parte más débil de la
filosofía sartriana sea la afirmación de que la existencia precede a la
esencia, como consecuencia de negar la naturaleza humana. ¿Realmente, cuando
comenzamos nuestra andadura vital, partimos de la nada? Cabe dudarlo, por ejemplo,
si tenemos en cuenta la teoría de la evolución de Darwin, que dice, como se
sabe, que el ser humano no es más que el producto de un proceso evolutivo de la
naturaleza, concretamente, de la naturaleza viva. La conciencia y la voluntad
humanas son consecuencia del desarrollo del cerebro, materia al fin y al cabo,
es decir, naturaleza. ¿No condiciona esta naturaleza nuestra conducta? Por otra
parte, el hombre es arrojado a la vida, efectivamente, pero en medio de un
entorno cultural y un contexto histórico determinados. ¿Hasta qué punto el
hombre es libre para superar ambos factores?
La teoría del psicoanálisis de
Freud, en la que se pone de manifiesto la influencia del subconsciente (que
está fuera de control) en la conducta humana, y la propia teoría marxista, en
la que la infraestructura (los medios de producción, las condiciones de
existencia) determinan la superestructura (conducta, cultura, etcétera) parecen
contradecir la teoría sartriana.
En todo caso, el existencialismo
de Sartre, por su valentía, su originalidad y la bondad de su propósito, creo que habría que
tenerlo en cuenta.
Trabajo de Filosofía de Grado. 4º curso de la UNED
Gijón 2014
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