El sindicato de la enseñanza,
ANPE, ha denunciado una vez más, a través de las páginas de este periódico
(26-11-2014), la grave situación de indefensión y vulnerabilidad en la que se
encuentran los profesores en el ejercicio de su función. Se dirige a la Consejería de Educación
del Principado para que tome las medidas oportunas (aprobando la Ley de Autoridad del
profesorado, entre otras), pero ésta hace oídos sordos. Aquí se pone en
evidencia, en mi opinión, los prejuicios con los que muchas veces actúa la
izquierda. En este caso, pensar que aún estamos en el régimen franquista, en el
que los profesores ejercían una autoridad absoluta sobre los alumnos. Mucho han
cambiado las cosas desde entonces y ahora son los alumnos los que, en muchos
casos, ejercen una verdadera tiranía sobre los profesores, lo que se traduce en
situaciones realmente dramáticas para algunos de ellos, y siempre en un déficit
en la calidad de la enseñanza que nos afecta a todos.
Si a esta penosa situación que se
da en la enseñanza, unimos otra no menos caótica que se da en la justicia
(infinidad de leyes ambiguas y contradictorias), nos encontramos con que, en el
caso de que un profesor sea denunciado por un alumno o padre, aquél se verá
condenado a sufrir un auténtico calvario, con independencia de que el asunto
por el que le acusa sea una nimiedad.
Gijón, 3-12-2014
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