Dicen que
cuando más se revela la talla moral de las personas es en los momentos
difíciles y estos días supusieron realmente un trago amargo para el señor
Aznar. Debe ser difícil de asimilar para un presidente, que hizo de la lucha
contra el terrorismo la prioridad número uno de su política, terminar su
mandato con el mayor atentado terrorista cometido en Europa. El hecho de que,
queriendo acabar con el terrorismo de ETA en España, se haya introducido en
nuestro país otro mucho más virulento como el de Al Qaeda tiene que hacer mella
en la conciencia más anestesiada. Perder en tres días unas elecciones que se
daban por ganadas, tumba al más plantado.
¿Cómo
reacciona este político ante tales hechos? Contando más mentiras, insultando a
los políticos de la oposición y a los ciudadanos, manipulando, una vez más, la
realidad. Porque mentir es dar ordenes a todos los embajadores españoles para
que divulguen que fue ETA la autora de los atentados sin tener ninguna prueba
de ello, o llamar (Aznar personalmente) a los directores de los periódicos para
afirmar la autoría de ETA. Manipular es convocar sin consensuar con las demás
fuerzas políticas una gigantesca manifestación de repulsa al terrorismo,
monopolizando, una vez más, la lucha antiterrorista; acusar de manipuladores a los medios y a los políticos que a medida
que tenían indicios de los verdaderos autores del atentado informaban
correctamente sobre el mismo; responsabilizar a los partidos de la oposición de
inducir concentraciones ante las sedes del PP en la noche del 13 de marzo, y,
sobre todo, afirmar que los españoles hemos votado al PSOE por miedo a los
terroristas. Eso no es sólo una manipulación; es un insulto intolerable.
Váyase de una
vez, señor Aznar, y olvídese de la política por el bien de este país.
Gijón,
28-3-2004
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