jueves, 14 de agosto de 2014

Un debate importante


            No fue mi intención ofender a nadie (jamás se me ocurriría escribir una carta con tal fin) cuando envié a El Comercio una crítica sobre la actitud de los defensores del bable en Asturias, sino tratar de poner las cosas en su sitio y abrir, si ello es posible, un debate sobre tan importante asunto. Por eso agradecería a este prestigioso diario que, abusando una vez más de su confianza, publicase la presente carta en contestación a la replica de un bablista.
            Primero, decir que me considero de izquierdas y que es, por tanto, desde esa posición ideológica que planteo mis argumentos.
             Segundo, no estoy de acuerdo con que la lengua asturiana sea una realidad presente, pues yo nací en un pueblo de Asturias hace ya bastantes años y eran contadas las palabras que se decían en bable, acabando por perderse prácticamente.
             Tercero, considero que es un error lanzar a la sociedad asturiana a ese debate de las nacionalidades y las lenguas, porque distrae la atención de lo verdaderamente importante que es la defensa de los derechos de los trabajadores. El problema real no es que los trabajadores asturianos hayamos perdido el asturiano como idioma, sino que perdimos la conciencia de clase. Éste sí que fue uno de los efectos más perniciosos para los valores de la izquierda que se deriva de la actual globalización. Como sabrás, este concepto de clase no tiene que ver con ninguna nacionalidad, pues es internacional y como máximo hay que atribuirlo a la cultura europea u occidental, así como el resto de los valores tradicionales de la izquierda tales como la solidaridad, los derechos, la igualdad, la dignidad, etcétera (a propósito, para mí la dignidad contemplada individualmente va vinculada al hecho de ser ciudadano, no de ser asturiano, y desde una perspectiva colectiva se vincula con la sociedad democrática).
         Cuarto, no es en los sentimientos de pertenencia a una región, patria, raza, colectivo, etc. en donde hay que poner el acento, sino en las ideas y éstas son universales, no tienen fronteras. No se trata de debatir sobre quienes somos, sino sobre lo que tenemos que hacer. Y lo que hay que hacer es defender la democracia como sistema de convivencia. Esto sí que es, con mucho, lo más importante que nos arrebató la globalización, que, como sabes, sitúa como centro del mundo a la economía y no al ser humano.
       Quinto, lanzar a Asturias en la dirección del regionalismo puede conducirnos a un verdadero lodazal como pasó en el País Vasco. Por otra parte, las comunidades con fuerte implantación del idioma local como Cataluña, Galicia y la propia Euskadi tienen gobiernos de derechas, defensores, por tanto, del sistema neoliberal imperante. Parece que no se corresponde regionalismo con antiglobalización.
        Finalmente, yo creo que lo más inmediato que tenemos que hacer los asturianos es dialogar más (pero en castellano, por favor, para que nos entendamos todos), a fin de analizar a fondo nuestra crisis, buscar las soluciones, que seguro que las hay, y, una vez puestos de acuerdo sobre ellas, ponernos a trabajar duro, codo con codo, sin excluir a nadie. Son los partidos políticos los que, en mi opinión, deben iniciar este proceso y debemos ser los ciudadanos los que les demandemos esta responsabilidad.


                                                                                   Gijón, 15-9-2002

No hay comentarios:

Publicar un comentario