jueves, 14 de agosto de 2014

Segunda réplica sobre bable


           El que su periódico haya publicado dos veces, no sé si por error o intencionadamente, (el 6 y el 9 de septiembre) la réplica que un defensor del bable hizo a mis críticas sobre la actitud de los bablistas en Asturias, creo que me da derecho a responder igualmente por duplicado. (No es agradable ver por dos veces en su diario mi nombre asociado a epítetos tales como intelectual pseudo-fascista, por más que yo esté en las antípodas de lo que esos calificativos significan). Por eso aprovecho para decir aquí los argumentos que, por motivos de la brevedad exigida por esta sección, no pude decir en mi anterior respuesta.
         Creo que es un lamentable error combatir la globalización neoliberal (pues no sé si para ti, pero para mí de eso se trata), tratando de recuperar las culturas autóctonas o locales, tales como la asturiana, la gallega, la catalana, etcétera, sino que lo que hay que hacer es oponer una alternativa política-económica-cultural seria, realista y eficaz. Encontrar esa política es el reto al que se está enfrentando la izquierda hace ya bastantes años, y, a juzgar por los resultados, con escaso éxito. Es ante esa manifiesta incapacidad de las organizaciones políticas y sindicales para encontrar respuestas por lo que surgen, a mediados de los noventa, los movimientos antiglobalización, que, como sabrás son organizaciones de ciudadanos que nada tienen que ver con los partidos políticos. Si bien estos movimientos no pueden derrotar al neoliberalismo debido a su naturaleza heterogénea y hasta enfrentada, sí están creando, como consecuencia de sus multitudinarias manifestaciones, una conciencia crítica al sistema y han originado un debate intelectual y político en los medios de comunicación que está arrojando mucha luz sobre tan intrincado tema. Además, por segundo año consecutivo, estos movimientos se han reunido en la ciudad brasileña de Porto Alegre para llamar la atención sobre la política municipal que el actual partido en el Gobierno de esa localidad, el Partido de los Trabajadores (PT) está practicando, a fin de que sirva de referencia a los desorientados políticos de la izquierda mundial. Se trata, fundamentalmente, de que los ciudadanos elaboran el presupuesto municipal después de debatirlo por barrios. El mensaje es, pues, claro: la respuesta a la globalización capitalista pasa por que los ciudadanos asumamos la cultura de la democracia y lo que deben hacer los partidos políticos y sindicatos es convertirse en instrumentos adecuados para la formación de los ciudadanos a la vez que propician su participación en la vida pública. Es ahí donde han fracasado los políticos y los sindicalistas y es en eso en donde  tienen que rectificar.
        Por otra parte hay que partir de la legalidad vigente, que no es otra que esta democracia formal que tenemos. Esto significa que, por muy poco que nos gusten los partidos políticos actuales y los sindicatos (y hay motivos más que suficientes para que no nos gusten), lo que hay que hacer es cambiarlos para que realicen la labor arriba indicada.
      Como ves, no se trata de reivindicar la cultura regionalista, sino la democrática. No son las lenguas locales o las costumbres tradicionales lo que interesa (esto ocupa un lugar muy secundario), sino los valores de la izquierda que, como dije en mi anterior carta, son internacionales. Plantear otra cosa es engañar una vez más a los trabajadores en particular y al pueblo en general.
                                                              

                                                                                          Gijón, 9-9- 2002. 

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