Entre los numerosos análisis de todo tipo que se
hacen sobre la crisis económica que padecemos, hay uno que es particularmente dañino: el que señala que no hay alternativa seria al actual
sistema neoliberal, origen del cataclismo. Ello hace que las soluciones que se
tomen no supongan más que parches para mal recomponer la actual economía del
mercado.
La izquierda política, a quien incumbe la tarea de
liderar tal alternativa, muestra, una vez más, su impotencia y ni siquiera es
capaz de indicar el camino a tomar. Sin embargo, éste debería estar claro: profundizar
en la democracia.
Las democracias realmente existentes son meramente
formales, están carentes de contenido. ¿En qué ámbitos cuenta la palabra del
ciudadano de a pié? Es más, suponiendo que le permitiesen hacer uso de ella
¿estaría en condiciones de poder tomarla?
La despolitización de la sociedad, la falta de
compromisos cívicos (el nivel de sindicalización en España es del 15%, por
ejemplo), el sálvese quien pueda generalizado convierten la actual democracia
en un cascarón vacío.
De este análisis deriva, en mi opinión, la política
prioritaria y unánime que deberíamos practicar todos los ciudadanos que nos
sentimos críticos con el actual estado de cosas: conozcamos y demos a conocer
la cultura democrática, única manera de poder ajustar nuestro comportamiento a
las exigencias del ciudadano democrático. En definitiva, se trata de un compromiso
mucho mayor y permanente con la cultura, la verdadera cultura, tanto a nivel
individual como social.
Hoy por hoy, no se está haciendo.
Gijón, 18-11-2008
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