Seguramente soy uno más entre
los miles de españoles que se sintieron conmocionados ante la visión del
documental emitido el pasado 23 de febrero que, dirigido por el periodista
Jordi Évole y con el título ‘Operación Palace’, narraba los sucesos del asalto
al Parlamento español hace ahora 33 años. Y había, ciertamente, motivos para el
asombro. Un hecho, que para los que lo vivimos despierta ecos particularmente
dramáticos, era contado de manera inverosímil: todo había sido un plan
minuciosamente concebido por los principales líderes políticos de la época, rey
incluido, para desactivar el peligro real de un golpe de Estado militar. Sólo
al final del programa se descubre la ficción.
El documental se presta a la
polémica ya que puede tener lecturas variadas. Entre las positivas destacan las
siguientes: nos sirve de recordatorio del turbulento pasado del que procedemos,
lo cual es particularmente beneficioso en unos momentos de grave desorientación
como los actuales. Llama la atención sobre un hecho que denuncian los
historiadores: España es uno de los países que más restricciones pone para
acceder a la investigación de los archivos históricos, lo que se traduce en
desmemoria del pasado y la consiguiente incapacidad para tener un criterio
correcto del mismo. Finalmente, pone de manifiesto la facilidad que tienen los
medios de comunicación para manipular la realidad.
Gijón,
27-2-2014
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