Diez años más tarde del mayor
atentado de la historia de España, el 11-M, siguen los ‘conspiranoicos’
emponzoñando la convivencia de los españoles con sus burdas insinuaciones. Si
bien la evidencia de los hechos hizo que muchos desistieran de seguir manipulando
interesadamente la realidad -el actual Gobierno, por ejemplo-, otros toman el
relevo para seguir en la brecha. Entre ellos destacan los obispos. Rouco Varela
aprovechó que el acto conmemorativo de la matanza se celebrara en lo que son
sus dominios, la catedral de Madrid –lo que le convirtió en protagonista
destacado-, para sembrar la cizaña: los terroristas tenían “oscuros objetivos
de poder”. Es decir, mantiene la tesis de Aznar de que se sigue ocultando la
autoría intelectual del PSOE para ganar las elecciones celebradas tres días más
tarde. El arzobispo de Oviedo, otro que tal baila, no se queda a la zaga:
condena la “matanza terrorista con intereses políticos nefandos y cobardes”.
Sin embargo, es un hecho que los
españoles bien intencionados y bien informados conocimos en el breve espacio de
los tres días que siguieron al atentado al verdadero autor del horrendo crimen:
Al-Qaeda. También quedó al descubierto el burdo intento de Aznar de atribuir la
matanza a ETA (lo que le habría supuesto ganar las elecciones por mayoría
absoluta). Fue esta manipulación lo que originó, efectivamente, que el PP
perdiera las elecciones. Lo cual es normal. Lo raro es que después de la cínica
postura de los años posteriores, manteniendo el bulo, unido a otros no menos
inverosímiles y dramáticos como el de las armas de destrucción masiva en poder
de Sadam Husein o el de la atribución a Zapatero
de la crisis económica, el PP siga ganando elecciones.
Gijón, 12-3-2014
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