jueves, 14 de agosto de 2014

Terrorismo


He aquí una siniestra palabra, tristemente de moda, el terrorismo. Pero, no es acerca de la realidad objetiva que encierra de lo que quiero opinar aquí (para eso están los telediarios y demás medios que nos lo meten hasta en la sopa), sino de otra realidad añadida: la cínica y descabellada manipulación que se hace del mismo.
Su interesada utilización política apenas se oculta. La realiza la Administración de Bush a nivel global (recordemos: eje del mal, libertad duradera, justicia infinita, etcétera) y el Gobierno de Aznar y su partido a nivel nacional. Los réditos electorales para ambos son evidentes, pero el precio que se paga es muy alto: no sólo no se acaba con el terrorismo, sino que destruye las bases de la convivencia democrática.
En España la disparatada dinámica de ‘conmigo o con el terrorismo’ (con Bush o con Sadam, con Aznar o con ETA) nos ha llevado a una situación insostenible: la ilegalización de un partido político (la antigua HB) y la demonización de otro (PNV) como sospechoso de connivencia con terrorismo. Pero no acaba aquí esta locura descalificadora. La oposición se convirtió en una peligrosa coalición social-comunista; los partidos nacionalistas son sospechosos de secesionismo; de los parados se dice que son vagos; los emigrantes se identifican como delincuentes; los manifestantes, ruidosos alborotadores, los gay tienen costumbres licenciosas... la lista se hace interminable.
Todo esto se parece cada vez más a un pasado siniestro: el del ‘centinela de Occidente’. Efectivamente, Franco fue un maestro consumado de la manipulación interesada de la política. La diferencia es que su valedor de entonces no fue el terrorismo, sino el comunismo.
Ante tamaños despropósitos  ¿qué hace la oposición? Buena pregunta.


                                                                                     Gijón, 5-8-2003

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