Se ha producido en días pasados un hecho, en mi
opinión, de cierta relevancia aunque sólo sea por lo insólito del mismo y que
ha tenido, creo, escaso eco mediático. Se trata del intercambio epistolar que,
referente al problema vasco, se produjo entre el subcomandante zapatista Marcos
y el juez Baltasar Garzón. Después de descalificarse política y hasta personalmente,
pasaron a retarse a un duelo dialéctico ante los medios de comunicación en el
que participarían todas las partes implicadas, desde representantes del
Gobierno hasta la propia ETA. Tema objeto del debate: “País Vasco. Caminos”.
Lugar del encuentro: la isla de Lanzarote. Fecha del mismo: del 3 al 10 de
abril del 2003.
El subcomandante Marcos ha puesto en marcha el
asunto y ha mandado cartas preparando el mismo, además de al juez, a ETA, a las
fuerzas abertzales vascas, a las fuerzas políticas, sociales, culturales y
religiosas del País Vasco y a la sociedad civil española y vasca en general. En
esas misivas expone su pensamiento político que, por su interés y acierto
merece conocerse. Opina que, aún siendo legítima la lucha del pueblo vasco por
su soberanía, no se justifica el sacrificio de la vida de civiles e inocentes.
Cree que al terror se le puede combatir con terror, pero no se le puede vencer.
Que la violencia engendra más violencia en una espiral inacabable. Considera
que es un error caer en la trampa que supone el planteamiento actual en el
mundo de tener que elegir entre un terror y otro: terrorismo de ETA o
terrorismo del Estado español, acciones punitivas de Bush o fundamentalismo de
Bin Laden, actos suicidas palestinos o respuestas represivas de Sharon. Propone
una alternativa para salir de esta lógica criminal: diálogo. El subcomandante
Marcos pide reiteradamente en su mensaje que le demos una oportunidad a la
palabra.
Es difícil imaginar que, en una sociedad como la
nuestra dominada por el individualismo, la competitividad, la insolidaridad y
la incultura, con unos políticos que sólo saben rivalizar entre sí para ganar
votos, pueda llevarse a cabo una propuesta de este tipo. Sin embargo, por muy
candorosa e ingenua que parezca ahí está la noticia, y también mi apoyo a este
tipo de iniciativas. ¿Hay alguna organización política o ciudadana que asuma
como seña de identidad este tipo de planteamientos?
Gijón, 7-1-2003
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