jueves, 14 de agosto de 2014

Sobre unas declaraciones


              Me gustaría llamar la atención de los lectores sobre las aparentemente sorprendentes declaraciones que hizo el conocido escritor y periodista Eduardo Haro Tecglen en su diario el 23 de septiembre cuando informó sobre la conferencia que pronunció en los Encuentros Internacionales de Juventud en Cabueñes.                   Digo sorprendentes porque contradicen la creencia generalizada y el discurso oficial pronunciado tanto por políticos, como por cargos institucionales y medios de comunicación.
           Reproduzco  alguna de sus frases: “no hay democracia ni situación de equilibrio porque no les interesa a los que gobiernan”. “En estos momentos no existe esperanza porque nadie cree que este país pueda llegar a ser demócrata algún día”. “Los gobiernos no representan al pueblo, los partidos son herméticos y sus líderes autócratas”. “No votaré hasta que se establezca la auténtica democracia. Así que, probablemente, me moriré antes de hacerlo”. “La juventud debería apoyar la democracia real, pero está en una situación difícil. No tiene salidas de trabajo ni de vivienda”.
             Ante esta contradicción se pueden hacer las siguientes preguntas: ¿Es Haro Tecglen un viejo que chochea? ¿Es un personaje que busca la popularidad llamando la atención? ¿Es una persona honesta y clarividente que dice la verdad? ¿Hay o no democracia en este país? Creo que las respuestas a estas preguntas dependerán de las circunstancias de cada cual. Una mayoría importante de personas, ajenas a la política, dirán que aquí hay democracia para no complicarse la vida. Otro colectivo formado por gente bien situada social y económicamente dirá lo mismo porque les va bien y eso es lo que les interesa. Los políticos dirán, no sólo que hay democracia sino, además, que está consolidada, porque viven de ella. Sólo una minoría piensa, como Haro Tecglen, que aquí no hay democracia porque cree en ella.

                                                                                         Gijón, 30-9-2002 



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