Quisiera
salir al paso de algunas opiniones emitidas en este mismo diario que me parecen
equivocadas. Los que nos oponemos a que sean miembros de la Iglesia Católica
los que enseñen religión en las escuelas, no lo hacemos porque pretendamos que
los estudiantes ignoren la enorme influencia de la religión en nuestra
historia, sino porque creemos que no van a ser neutrales en su exposición y la
aprovecharán para catequizar a los alumnos, cosa que nos parece inaceptable
porque ése no es el lugar para ello. Sobre las bases en las que apoyamos tal
afirmación, baste recordar el intolerable monopolio que la Iglesia Católica
ejerció sobre la educación de, al menos, dos generaciones de españoles,
aprovechándose de la dictadura del régimen franquista. Creemos, por el
contrario, que han de ser profesores convenientemente titulados por el Estado
los que impartan tal enseñanza en la misma línea y condiciones a como hacen con
el resto de la historia: la cultura clásica, el Renacimiento, la reforma
protestante, la
Ilustración , la revolución industrial, por poner sólo algún
ejemplo de acontecimientos históricos tan determinantes de nuestra cultura como
la religión misma.
Gijón, 19-2-2004
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