Acaba de cumplirse el primer
aniversario del tremendo atentado terrorista de Atocha. Son muchos los análisis
que pueden hacerse en torno al acontecimiento, pero hay uno que destaca
sobremanera. Se trata de la perversión que de la política hacen los
profesionales de la misma.
Este mal alcanza a todos los
partidos (al menos los más importantes) y consiste fundamentalmente en que hay
un alto porcentaje de políticos que emplean la política no como un medio para
servir al pueblo, sino como su ‘modus vivendi’. Ello produce un distanciamiento
entre los políticos y los ciudadanos a los que deberían representar con la
consiguiente frustración y deterioro de la convivencia.
Pero es obligado señalar que hay
un partido político que destaca sobre todos en la manipulación interesada de la
realidad. Me refiero al PP. Incapaz de salirse de la equivocada trayectoria a
la que le lanzó su ex líder (¿o actual líder en la sombra?), sigue instalado en
la confrontación, la crispación y la descalificación permanentes.
Así, resulta asombroso que aún
sigan manteniendo la descabellada tesis de la implicación de ETA en el
atentado, culpando al PSOE de que no aparezcan pruebas que lo corroboren (no
aparecen las pruebas porque no existen). Insultan y descalifican a Gregorio
Peces-Barba que resulta ser un modelo de ciudadano y de político íntegro y
comprometido. Utilizan a la asociación de víctimas del Eta para arremeter
contra el Gobierno (véase la grosera manipulación de la pasada manifestación de
Madrid contra la excarcelación de etarras). Pero, sobre todo, donde la
perversión política se hace insoportable es en la descalificación de Pilar
Manjón, representante de la víctimas del 11-M, alegando que, al estar afiliada
a CC. OO, su opinión no es equitativa.
Es evidente que a este PP no le
interesa que los ciudadanos estemos comprometidos con la política en ningún
frente. A nadie se manipula mejor que a un pueblo políticamente enajenado.
Gijón, 12-3-2005
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