martes, 12 de agosto de 2014

La muerte del Papa


Llama la atención el extraordinario despliegue mediático que ha originado la muerte del Papa. Son muchos los factores que, en mi opinión, explican el fenómeno. A la indudable influencia histórica que tuvo su largo pontificado (fue un puntal clave en la derrota del comunismo), se unen otros aspectos igualmente determinantes, que, al no formar parte de discurso políticamente correcto, pasan casi desapercibidos.
Uno de ellos, quizá el de mayor peso, es que el Papa era un “hombre del sistema”, es decir, estaba alineado con los valores más conservadores que dominan actualmente en el mundo. Así, asumió como doctrina oficial de la Iglesia católica la ideología de las sectas más reaccionarias de la misma (Opus Dei, Legionarios de Cristo,  Kikos, etc.), al mismo tiempo que persiguió hasta la marginación a los movimientos religiosos más socialmente avanzados y comprometidos con los pobres: la teología de la liberación o los Teólogos de la Asociación Juan XXII, entre otros.
El lema en que basó su acción: “no tengáis miedo”, está en línea con el “sin complejos” aznariano y viene a significar que las ideas propias, por muy disparatadas y falsas que resulten, han de ser defendidas de forma agresiva contra quienes no las comparten.
Creo que no hace falta relatar la lista de los posicionamientos y preceptos morales que defendió, histórica y racionalmente desfasados, pues son de sobra conocidos. Comentar únicamente dos hechos definidores de su política: su testimonial e hipócrita condena a la guerra de Irak (condenó la guerra pero no a sus promotores, descalificando, por contra, públicamente a Zapatero que se opuso a la guerra), y el perdón que pidió al mundo por los atropellos de la Iglesia a lo largo de la historia, el cual resulta igualmente tramposo por incompleto. No sólo no pidió perdón por el apoyo culpable de la Iglesia a la sublevación fascista de nuestra Guerra Civil y posterior represión, sino que canonizó a miles de víctimas del bando ganador sin ningún pudor (sin complejos).


                                                                         Gijón, 4-04-2005

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