sábado, 16 de agosto de 2014

Réplica a un retornado


Estimado señor, como réplica a su carta ‘Respuesta al señor Manso García’, del 30 de junio, debo decirle que tanto usted como yo nos asomamos frecuentemente a este espacio que el director de este periódico tiene la amabilidad de ofrecernos. Por eso, las posibles personas que nos puedan leer saben  que los criterios que usted usa para opinar de la realidad son diferentes, incluso opuestos a los míos. Ni compartimos ideología, ni política, ni posiblemente ética. Esto es normal, dado que vivimos en una sociedad plural y, consecuentemente, no todos pensamos igual. Lo que no es normal es que usted diga que tengo la fea costumbre de no opinar de “los temas que son noticia en la actualidad”, porque de lo que yo opino es de rabiosa actualidad. El problema es que, desde su perspectiva de la vida, esa realidad de la que hablo, usted no la ve, lo cual, desgraciadamente, es bastante frecuente. La perspectiva desde la que yo escribo es la de los indignados (los del 15-M), es decir, desde la perspectiva de los desahuciados, los parados, los subsaharianos que saltan las vallas, los excluidos, las mujeres a las que se les obliga a tener un hijo no deseado, los que tienen que emigrar en busca de trabajo, etcétera.
Dice también usted que lanzo “dardos envenenados” contra algunos de los que utilizan esta tribuna para exponer sus opiniones. Esto no es exactamente así. Lanzo dardos, no sé si envenenados, contra un sistema político/ideológico, el neoliberalismo, al que considero principal responsable de las tragedias y sufrimientos a los que me referí antes. Como alternativa al neoliberalismo, defiendo la democracia, por eso me identifico con los indignados cuando reivindican la democracia real ya. Esto no es demagogia barata como usted dice. Mis dardos no van contra las personas a las que respeto, sino contra aquellas ideas u opiniones que, defendidas por algunas personas, se oponen a los valores democráticos.
Respecto a la polémica de los emigrantes retornados, pudo usted haber visto el agravio comparativo que supone que el ministro de Hacienda haya perdonado el millonario fraude fiscal a los ricos y no haga lo mismo con los trabajadores que, como usted, se vieron obligados a ganarse la vida en el extranjero.

                                                                         Gijón, 31-5-2014


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