Estimado señor, como réplica a
su carta ‘Respuesta al señor Manso García’, del 30 de junio, debo decirle que
tanto usted como yo nos asomamos frecuentemente a este espacio que el director
de este periódico tiene la amabilidad de ofrecernos. Por eso, las posibles
personas que nos puedan leer saben que
los criterios que usted usa para opinar de la realidad son diferentes, incluso
opuestos a los míos. Ni compartimos ideología, ni política, ni posiblemente
ética. Esto es normal, dado que vivimos en una sociedad plural y,
consecuentemente, no todos pensamos igual. Lo que no es normal es que usted
diga que tengo la fea costumbre de no opinar de “los temas que son noticia en
la actualidad”, porque de lo que yo opino es de rabiosa actualidad. El problema
es que, desde su perspectiva de la vida, esa realidad de la que hablo, usted no
la ve, lo cual, desgraciadamente, es bastante frecuente. La perspectiva desde
la que yo escribo es la de los indignados (los del 15-M), es decir, desde la
perspectiva de los desahuciados, los parados, los subsaharianos que saltan las
vallas, los excluidos, las mujeres a las que se les obliga a tener un hijo no
deseado, los que tienen que emigrar en busca de trabajo, etcétera.
Dice también usted que lanzo
“dardos envenenados” contra algunos de los que utilizan esta tribuna para
exponer sus opiniones. Esto no es exactamente así. Lanzo dardos, no sé si
envenenados, contra un sistema político/ideológico, el neoliberalismo, al que
considero principal responsable de las tragedias y sufrimientos a los que me
referí antes. Como alternativa al neoliberalismo, defiendo la democracia, por
eso me identifico con los indignados cuando reivindican la democracia real ya. Esto
no es demagogia barata como usted dice. Mis dardos no van contra las personas a
las que respeto, sino contra aquellas ideas u opiniones que, defendidas por
algunas personas, se oponen a los valores democráticos.
Respecto a la polémica de los
emigrantes retornados, pudo usted haber visto el agravio comparativo que supone
que el ministro de Hacienda haya perdonado el millonario fraude fiscal a los
ricos y no haga lo mismo con los trabajadores que, como usted, se vieron
obligados a ganarse la vida en el extranjero.
Gijón, 31-5-2014
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