jueves, 7 de agosto de 2014

Problemas de religión


La amenaza de un pastor protestante de Florida de quemar libros sagrados musulmanes lleva camino de provocar gravísimos disturbios a cargo de los seguidores del Corán. Por otro lado y relacionado con el caso, en EE UU se ha desatado una virulenta polémica entre los partidarios de construir una mezquita en la Zona Cero de Nueva York y los que se oponen. Estos hechos ponen de manifiesto una vez más lo que la historia ha demostrado hasta la saciedad: que no debe meterse la religión en el debate público, en la política. Ésta debe estar basada en la razón que duda, que necesita argumentos, que debate en busca de una verdad esquiva, siempre difícil de alcanzar, pero necesaria. Las religiones, basadas en la fe, el dogma, los libros sagrados no dudan, imponen sus verdades y son, consecuentemente, excluyentes.
El sistema democrático de convivencia ha resuelto este problema relegando las religiones al ámbito privado de las personas, pero los jerarcas religiosos son reacios a asumir los valores democráticos (en las Iglesias no ha penetrado la democracia) y siguen pretendiendo ocupar el espacio público. Véase, en este sentido, las recientes declaraciones del arzobispo de Oviedo con motivo de la celebración del Día de Asturias. Aprovechando el eco mediático que la ocasión le proporcionaba, lanza su consabido mensaje represivo: no al aborto, no a la eutanasia, no al divorcio, no al amor libre, etcétera. Pero lo más lamentable de este caso es que un partido mayoritario, el PP, se sube al carro religioso, no se sabe si porque todavía no se han enterado de qué va esto o porque ven en ello un caladero de votos.
Finalmente, hay que criticar igualmente la presencia de representantes de las instituciones públicas en actos religiosos por las razones antes expuestas.


                                                                 Gijón, 11-9-2010

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