Con más frecuencia de lo
deseable se leen en la prensa artículos que son auténticos juegos de
prestidigitación ideológica. El proceso consiste en meter en la chistera un
combinado de ideas convenientemente seleccionadas, echar los consabidos polvos
mágicos y prodigiosamente sale el conejo o cualquier otra cosa que convenga.
Para hacer más verosímil el truco el prestidigitador suele acompañar su escrito
con los títulos académicos de los que es poseedor: licenciado en esto,
catedrático de aquello…
Una muestra de este tipo de juegos
es el artículo aparecido en este periódico, “Crisis de valores y libertad”
(16.2.10). Su autor parte de supuestos tales como lo mal que está todo o que la
distinción entre políticas de derecha e izquierda es cosa del siglo XIX, por lo
que mantener hoy día tal división es propio de fundamentalistas. Luego mete en
la chistera un coctel explosivo de ideas tales como marxismo, liberalismo,
Revolución Francesa, patriotismo, ecologismo, la Escuela de Francfort, el
Mayo del 68, la contracultura, la droga, el aborto, la homosexualidad y, cómo
no, a Hugo Chávez, Fidel y Raúl Castro, China comunista, Corea del Norte… De la
mezcla de todo esto sale lo esperado: el capitalismo salvaje que padecemos está
promovido por los valores de la izquierda que predominan actualmente en el
mundo. Así, dice, “el capitalismo está firmemente asentado en sociedades
culturales de izquierdas” (se ve que en EE UU son de izquierdas). “Necesitamos,
ahora más que nunca, de los valores religiosos para enfrentarnos a ese
capitalismo triunfante”. Identifica esos valores, que tienen, dice, “su
fundamento íntimo en la naturaleza humana”, con la honestidad, la justicia, la
bondad, la autenticidad, la sinceridad, la lealtad, la misericordia…, palabras,
como se ve, muy bonitas.
¡Qué fácil resulta manipular la realidad!
Gijón, 18-2-2010
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