Hay colaboradores habituales de
este periódico a los que leo con interés porque encuentro que sobresalen por
encima de la mediocridad moral y la ramplonería intelectual que nos rodea. Uno
de ellos es Juan Hernández con su columna de los martes. Sus críticas aceradas
buscan desenmascarar la hipocresía y la falsa conciencia de nuestras
sociedades. Es un provocador nato.
Un artículo suyo, publicado con
motivo del triste suceso de Haití es una buena prueba de ello. Lo titula
‘Nosotros y ellos’ en alusión a los que vivimos en el primer mundo, instalados
en el refalfio y los que malviven en el tercero o cuarto, “una masa analfabeta
que come galletas de barro para engañar el estómago”. Encuentra Hernández una
relación entre los dos mundos: “Un día decides mirar al otro lado del muro y
descubres que para que tú puedas vivir bien y darte la vida padre es necesario
que detrás de la clasista muralla pulule gente que vive, ¿eso es vivir?, con 70
céntimos de renta al día”. Luego alude a Dios: “Dios se ha vuelto de espalda a
Haití”.
Como se ve, el escrito contiene
todos los ingredientes para la polémica. De hecho, hubo algún lector que se
escandalizó por considerarlo sacrílego. Sin embargo, es evidente que Hernández
no critica a Dios, sino a nuestra sociedad que utiliza a Dios para lavar su
conciencia.
Necesitamos personas
clarividentes y comprometidas que nos coloquen delante del espejo para que
podamos vernos reflejados tal como somos.
Gijón, 21-2-2010
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