Puestos en la tesitura de tener
que dividir la Historia
en Edades para facilitar su estudio, nos encontramos con el problema de
establecer los criterios a adoptar para enmarcar tales divisiones. Si bien se
buscan los momentos en que los cambios históricos son manifiestos, la
unanimidad entre los historiadores resulta imposible. Tal ocurre con la
delimitación de la llamada Edad Media. Pero, el desacuerdo no sólo se da en las
fechas, sino también en los conceptos. No valoran de la misma manera esta época
los racionalistas del Humanismo y la Ilustración , que lo hacen peyorativamente, que
los románticos del siglo XIX, mucho más benevolentes en su juicio.
Volviendo a la cronología. A
grandes rasgos, la Edad Media
comienza con la invasión en el territorio del Imperio Romano de Occidente de
los pueblos del norte de Europa, llamados bárbaros por los romanos, lo que
supuso la desaparición de tal Imperio, con el cambio radical correspondiente en
la vida de la gente –fin de la Edad
Antigua-, y termina con la consolidación de las monarquías
modernas, fuertes y centralizadas –comienzo de la Edad Moderna-.
Las fechas concretas del
comienzo pueden oscilar entre el siglo III, en que se inicia la decadencia del
Imperio y el año 476, en que desaparece el último emperador romano, Rómulo
Augusto. Respecto a la fecha final, hay más unanimidad al fijar el año 1453, en
el que se produce la conquista de Constantinopla por los turcos.
Pero, durante estos diez largos
siglos hubo cambios notables en la
Historia , por lo que se ha dividido este tiempo en tres
periodos: Alta Edad Media, entre los siglos IV y X, Plena Edad Media, entre el
XI y XIII, y Baja Edad Media, siglos XIV y XV.
Curso: 1º de filosofía de grado
Uned. Gijón
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