jueves, 21 de agosto de 2014

Italia a finales de la Edad Media


Se considera al siglo XV como el siglo de la transición de la Edad Media a la Moderna. Si, además, nos situamos en la Italia de esa época, razón de más para captar el vértigo que produce este trascendental cambio.
De la mano de tres grandes literatos, Dante, Petrarca y Boccaccio, los italianos descubrieron entre las ruinas sobre las que vivían el esplendor del antiguo Imperio Romano y se lanzaron a recuperarlo. No solo lo lograron en el ámbito artístico, sino que lo superaron. Contaron para ello con las repúblicas más prósperas económicamente de Europa. El comercio, la industria, incluso la ganadería alcanzaron niveles nunca vistos anteriormente, de modo que la riqueza de las familias nobles financiará a los grandes artistas que contribuirán a crear un cambio de la mentalidad, que se traspasará posteriormente al resto de Europa. Florencia con los Médicis (Lorenzo el Magnífico), Milán con los Sforza (Ludovico el Moro), Roma con los Papas (Sixto IV, Julio II, León X), Génova con los Doria, Venecia con los Dogos, Nápoles con Alfonso V de Aragón rivalizarán entre sí para atraer a los grandes artistas renacentistas, de tal manera que entre los últimos años del siglo XV y la primera mitad del siguiente se produjo la Edad de Oro del Renacimiento en Italia.
Facilitó este auge la Paz de Prodi, que, firmada en 1454 por los diversos Estados, dio lugar a casi medio siglo de relativa calma entre las grandes potencias. Una calma que fue más bien una excepción, pues la tónica general será de permanentes disputas políticas y enfrentamientos bélicos, de tal manera que años más tarde Maquiavelo escribirá un celebre tratado sobre política para ver de remediar el caos guerrero que sacudía a Italia.
Por si los problemas eran pocos, las dos mayores potencias europeas del momento, Francia y España, irrumpen en suelo italiano para tratar de repartirse el pastel. Se reproducen así, en cierta medida y con otros protagonistas, las endémicas guerras que se dieron en Italia durante la Plena Edad Media entre los partidarios del Papa (güelfos) y los partidarios del emperador (gibelinos).
Resta añadir un último apunte para completar el panorama de Italia en el siglo XV: las notables diferencias entre un Norte pujante y, como queda dicho, en pleno cambio hacia la Edad Moderna y un Sur sumido aún en la Edad Media, con una producción eminentemente agrícola y bajo un régimen feudal.
Respecto a los Estados Pontificios, decir que tras superar el Cisma de Occidente, los Papas vuelven a Roma. No obstante, continúan sumidos en la degradación moral como prueba el nepotismo o la venta de indulgencias, por ejemplo, lo que motivaría pocos años más tarde la Reforma protestante, la posterior Contrareforma y vuelta a nuevas guerras de religión.

                                   Curso: 1º de filosofía de grado

                                   Uned. Gijón 

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