martes, 5 de agosto de 2014

Objeción de conciencia


La noticia de la decisión tomada por numerosos colectivos de médicos de Asturias de hacer uso de la objeción de conciencia para negarse a discriminar a los enfermos en función de su estatus social, resulta reconfortante y esperanzadora. Y ello, en mi opinión, por dos razones fundamentales: dejan sin efecto las inaceptables medidas del Gobierno que penalizan a los colectivos más necesitados al privarles de un derecho básico como es la salud, y marcan el camino de la insumisión y la rebeldía a una sociedad que está obligada a reaccionar ante el desmantelamiento sistemático del Estado de bienestar.
Coincide esta actitud de los médicos con el primer aniversario del movimiento de ciudadanos indignados que, el 15 de mayo del año pasado, salieron a la calle para evidenciar lo que nadie parecía ver: que, tal como coreaban en uno de sus eslóganes, “Lo llaman democracia y no lo es”.
El tiempo no hizo más que confirmar esta denuncia. Cada vez resulta más evidente que el Estado no cumple la función para la que fue concebido en un sistema democrático: contrarrestar el poder económico (de los mercados), distribuir equitativamente la riqueza para reducir las desigualdades, proteger los derechos de los más débiles, en una palabra, avanzar hacia el logro del Estado de bienestar.

                                                             Gijón, 7-5-2012


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