viernes, 15 de agosto de 2014

No a Arancha Sánchez Vicario


Con motivo de la reciente concesión del premio Príncipe de Asturias a la tenista Arancha Sánchez Vicario se han venido emitiendo diversas opiniones en los medios sobre lo acertado o no de la elección de dicha deportista para tal distinción, siendo la mayoría favorable, aunque algunos hagan el matiz del escamoteo legal de pagar impuestos al Estado mediante la pícara artimaña de fijar la residencia fiscal fuera de España.
Yo creo que no debería haber dudas al respecto. No es merecedora de tal premio. En una democracia como la que pretendemos vivir todos los individuos somos personas, ciudadanos, y como tales tenemos unos derechos y unos deberes, bien concretos, a los que estamos obligados, de forma que se podría decir, simplificando, que lo que diferencia una buena persona de una mala es que la primera cumple con sus deberes y la segunda no.
Desde este punto de vista, el que esta señora no pague impuestos, como es su deber, supone una razón de peso para, al menos, no considerarla modelo de nada, ya que el concepto de ciudadano antes aludido debe primar sobre el concepto de profesional. Somos ciudadanos no profesionales y como tales nos relacionamos y como tales se nos debe juzgar. Si realmente aspiramos a vivir en democracia tenemos que ser consecuentes con sus normas.
Descalifiquemos, pues, no sólo el mal comportamiento de esta ciudadana sino, sobre todo, al jurado que la distinguió por evidenciar tan equivocados criterios para conceder premios.


                                                                          Gijón, 7-10-1998

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