jueves, 7 de agosto de 2014

Manifestaciones contra la guerra


Con motivo de la intervención militar llevada a cabo por varias potencias occidentales, entre ellas España, contra el régimen de Gadafi, se han reproducido las manifestaciones del ‘no a la guerra’ que tuvieron lugar en el 2003 como rechazo a la invasión de Irak. Si el eslogan convocante es el mismo, las circunstancias son diferentes. La guerra de Irak fue calificada acertadamente de ilegal, injusta e inhumana porque ni había motivos reales para su inicio (éstos se sustituyeron por mentiras), ni tenía el consentimiento de la ONU y porque las consecuencias para la población iraquí fueron catastróficas (para ésta el remedio –muerte y destrucción- fue peor que la enfermedad –dictadura de Sadam-). El caso de Libia es diferente al estar situado dentro de un contexto más amplio de sublevaciones de la población de distintos países del mundo árabe, que tratan de deshacerse de los regímenes despóticos que la mantienen en un estado inadmisible de opresión.
Por el bien, no solo de esas naciones, sino también del equilibrio y la paz mundiales, es de desear que estos movimientos lleguen al buen puerto de los sistemas democráticos, para lo que resultaría imprescindible el apoyo económico de los países del primer mundo a fin de que alcancen el estado de bienestar (el antecedente de España puede ser un buen referente).
Cosa distinta es que las manifestaciones contra la guerra se canalizasen en protestas contra la brutal carrera armamentista, así como contra el cínico y vil despojo de los recursos energéticos de los países árabes que practican nuestras pretendidas democracias. Estos hechos ponen en evidencia cuán lejos estamos aún de la verdadera democracia como ideal de convivencia.
Cabe una última reflexión al respecto: las multitudinarias manifestaciones contra la guerra de Irak no impidieron que ésta se produjese, lo que demuestra que con manifestaciones no se cambia el mundo. Se necesita algo más.


                                                                    Gijón, 29-3-2011

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