martes, 5 de agosto de 2014

Los santos inocentes


Se da por sentado por parte de la derecha en el poder y los medios de comunicación afines que serán los ‘emprendedores’, el mundo empresarial y financiero, quienes nos van a sacar de la crisis (a este respecto, resulta elocuente que la cartera de Economía haya recaído en de Guindos, antiguo representante en España de Lehman Brothers). Sin embargo, según datos de la Agencia Tributaria del Ministerio de Economía y Hacienda, el fraude fiscal alcanza en España la cifra de 88.617 millones de euros, de los cuales resulta fácil deducir que la casi totalidad se debe a tales emprendedores, pues difícilmente los trabajadores que cobran un salario defrauden, dado el riguroso control que supone el IRPF. De hecho, según las declaraciones de la renta, los empresarios ingresan 6.000 euros anuales menos que los asalariados.
La explicación de tan calamitosa situación podemos encontrarla, a poco que tengamos memoria histórica, en nuestro pasado franquista. En aquel fatídico régimen la recaudación fiscal provenía en su mayor parte de los impuestos indirectos, sin que apenas contribuyesen las rentas de la tierra o del capital. Tal parecía que España viviera todavía en el ‘antiguo régimen’, en el que la mayor parte no pagaba impuestos en razón de sus privilegios o de su pobreza.
Como resultado de todo ello se derivan dos consecuencias negativas: España es el país que, después de EE UU, tiene mayores desigualdades de renta en la OCDE, y el porcentaje de personas que trabajan para el sector público es solo el 9%, uno de los más bajos de la UE-15, cuyo promedio es el 16%, dándose la circunstancia de que son los países con mayor porcentaje (Dinamarca el 26%, Suecia el 22% y Finlandia el 19%) los que tienen economías más eficientes y emprendedoras.
A juzgar por el apoyo popular que tienen las políticas neoliberales encarnadas por la derecha en el poder y que ahondan en los males descritos, podemos afirmar que los santos inocentes existen: somos nosotros.


                                                                  Gijón, 31-12-2011

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