Se da por sentado por parte de
la derecha en el poder y los medios de comunicación afines que serán los
‘emprendedores’, el mundo empresarial y financiero, quienes nos van a sacar de
la crisis (a este respecto, resulta elocuente que la cartera de Economía haya
recaído en de Guindos, antiguo representante en España de Lehman Brothers). Sin
embargo, según datos de la Agencia
Tributaria del Ministerio de Economía y Hacienda, el fraude
fiscal alcanza en España la cifra de 88.617 millones de euros, de los cuales
resulta fácil deducir que la casi totalidad se debe a tales emprendedores, pues
difícilmente los trabajadores que cobran un salario defrauden, dado el riguroso
control que supone el IRPF. De hecho, según las declaraciones de la renta, los
empresarios ingresan 6.000 euros anuales menos que los asalariados.
La explicación de tan calamitosa
situación podemos encontrarla, a poco que tengamos memoria histórica, en
nuestro pasado franquista. En aquel fatídico régimen la recaudación fiscal
provenía en su mayor parte de los impuestos indirectos, sin que apenas
contribuyesen las rentas de la tierra o del capital. Tal parecía que España
viviera todavía en el ‘antiguo régimen’, en el que la mayor parte no pagaba
impuestos en razón de sus privilegios o de su pobreza.
Como resultado de todo ello se
derivan dos consecuencias negativas: España es el país que, después de EE UU,
tiene mayores desigualdades de renta en la OCDE , y el porcentaje de personas que trabajan
para el sector público es solo el 9%, uno de los más bajos de la UE-15 , cuyo promedio es el
16%, dándose la circunstancia de que son los países con mayor porcentaje
(Dinamarca el 26%, Suecia el 22% y Finlandia el 19%) los que tienen economías
más eficientes y emprendedoras.
A juzgar por el apoyo popular
que tienen las políticas neoliberales encarnadas por la derecha en el poder y
que ahondan en los males descritos, podemos afirmar que los santos inocentes
existen: somos nosotros.
Gijón, 31-12-2011
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