miércoles, 13 de agosto de 2014

Los 'buenos' y los 'malos'


Existe una forma de entender la vida, que viene desde la noche de los tiempos. Consiste en dividir a los individuos en ‘buenos’ y ‘malos’. Los ‘buenos’ van al cielo y los ‘malos’ al infierno; los ‘buenos’ creen en el Dios verdadero (los cristianos de las cruzadas y de la Inquisición) y los ‘malos’ en dioses falsos (los infieles y herejes); los ‘buenos’ fueron, en nuestra guerra civil, los Nacionales (los sublevados fascistas), y los ‘malos’, los rojos (los republicanos demócratas); los ‘buenos’ son los más patriotas, los más demócratas, etc.
Con la llegada de la modernidad de la mano de la Ilustración se demostró, racional y científicamente, que estos esquemas mentales son puro disparate. Somos todos iguales, siendo las circunstancias (ambientales, económicas, culturales, biológicas...) las que son diferentes. Consecuentemente, de lo que se trata es de cambiar tales circunstancias por medio de la política, la economía, la cultura...
En los últimos tiempos estamos asistiendo a un rebrote de aquella mentalidad, que se puso de manifiesto dramáticamente en el conflicto de Irak. Descubiertas todas las mentiras utilizadas por varios políticos desaprensivos para convencer a una sociedad semiadormecida por el bienestar y el consumo para invadir Irak, ahora se esgrime como justificación que nuestra pretendida civilización superior está en peligro merced a los bárbaros infieles.
No somos los occidentales mejores que los iraquíes; somos, más bien, peores, porque nuestro sistema democrático nos hace responsables de la tragedia en la que hemos sumido a millones de habitantes de aquella zona. Los iraquíes no son más que víctimas de una endémica situación política, histórica y cultural adversa, y, ahora, de la acción depredadora de los autodenominados ‘buenos’, los demócratas occidentales.


                                                             Gijón, 15-5-2004

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