En medio del caos informativo de
opiniones dispares y disparatadas sobre la crisis, resulta conveniente saber
qué es lo que nos estamos jugando políticamente o, dicho de otro modo, conocer
en qué términos se está planteando la batalla política e ideológica actualmente
en el mundo. Afortunadamente hay articulistas clarividentes y honestos que nos
orientan. Se trata de decidir qué va a ser prioritario en el futuro: la
política o la economía. ¿La política ha de supeditarse a la economía o, por
contra, son los mercados los que deben ser controlados por la política? ¿Van a
mandar las grandes multinacionales o los políticos?
Desde la década de los 80 del
pasado siglo, con la irrupción del thatcherismo y del reaganismo se inició el
proceso gradual de liberalización de la economía. La política se consideró un
estorbo que, a lo sumo, sólo debería paliar socialmente los efectos más
negativos del neoliberalismo económico. Esta deriva se agudizó con el
desmoronamiento de la Unión Soviética
en los 90. Pero el poder financiero, sin control político, desembocó en la
actual crisis.
A la vista de lo que está
ocurriendo, no parece difícil vaticinar el desenlace: habrá más de lo mismo.
Prevalecerá el crecimiento económico, impulsado por los motores del
neoliberalismo. Las consecuencias son también previsibles: aumento de las
desigualdades, degradación ecológica y, en definitiva, arrumbamiento de la
democracia. Como consuelo tendremos el consumo (para quien pueda permitírselo),
el fútbol, la religión …, como siempre.
Gijón, 11-6-2010
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