En la carta ‘La religión y el
Sporting’, publicada en este periódico, su autor justifica el rezo colectivo
del ‘Padrenuestro’ por parte de los jugadores del Sporting en el vestuario
antes de los partidos. No ve problema alguno ante la posible existencia de
jugadores con creencias diversas, pues opina que el Dios de los cristianos es
el mismo para todos, de manera que un musulmán, por seguir con el ejemplo, no
tendría inconveniente en unirse al rito católico. Creo que resulta cuando menos
atrevido opinar sobre lo que haría otra persona en tales circunstancias. De
todos modos, el caso se vuelve aún más peliagudo ante la posible presencia de
un ateo, pues, como se sabe, éste no cree en Dios alguno.
Pero este caso no es tanto un
asunto de opiniones más o menos acertadas cuanto de la interpretación correcta
de la Constitución ,
que en su artículo 16. 2, dice que toda persona tiene derecho a no manifestar
públicamente sus creencias religiosas, si así lo desea. Es obvio que la
práctica comentada obliga a los jugadores a mostrar sus creencias o la ausencia
de ellas.
La oportunidad de tal artículo
no es gratuita, pues tiene en cuenta que durante siglos (desde que aparecieron
las religiones monoteístas) la humanidad sufrió el azote de las guerras de
religión. Aún hoy padecemos sus dramáticos efectos, como es bien sabido, con el
agravante añadido de que el ‘civilizado’ Occidente aún no se ha liberado de
este mal: la guerra de Irak ha sido concebida por sus gestores como una
cruzada.
Gijón,
8-01-2007
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