sábado, 9 de agosto de 2014

Libertad religiosa


En la carta ‘La religión y el Sporting’, publicada en este periódico, su autor justifica el rezo colectivo del ‘Padrenuestro’ por parte de los jugadores del Sporting en el vestuario antes de los partidos. No ve problema alguno ante la posible existencia de jugadores con creencias diversas, pues opina que el Dios de los cristianos es el mismo para todos, de manera que un musulmán, por seguir con el ejemplo, no tendría inconveniente en unirse al rito católico. Creo que resulta cuando menos atrevido opinar sobre lo que haría otra persona en tales circunstancias. De todos modos, el caso se vuelve aún más peliagudo ante la posible presencia de un ateo, pues, como se sabe, éste no cree en Dios alguno.
Pero este caso no es tanto un asunto de opiniones más o menos acertadas cuanto de la interpretación correcta de la Constitución, que en su artículo 16. 2, dice que toda persona tiene derecho a no manifestar públicamente sus creencias religiosas, si así lo desea. Es obvio que la práctica comentada obliga a los jugadores a mostrar sus creencias o la ausencia de ellas.
La oportunidad de tal artículo no es gratuita, pues tiene en cuenta que durante siglos (desde que aparecieron las religiones monoteístas) la humanidad sufrió el azote de las guerras de religión. Aún hoy padecemos sus dramáticos efectos, como es bien sabido, con el agravante añadido de que el ‘civilizado’ Occidente aún no se ha liberado de este mal: la guerra de Irak ha sido concebida por sus gestores como una cruzada.


                                                             Gijón, 8-01-2007

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