jueves, 14 de agosto de 2014

Las manifestaciones contra la guerra


Las manifestaciones del día 15 contra la guerra que proyectan Bush y sus aliados constituyeron todo un acontecimiento social. La magnitud de las mismas y, sobre todo, la rotundidad, el convencimiento y la espontaneidad de los manifestantes han convertido a estos en los verdaderos protagonistas, por encima de partidos y demás instituciones políticas. El que haya gente que hable de manipulación demuestra su ignorancia política o su retorcida intención.
 Según mi opinión, hay algo más en estas manifestaciones que la condena a una guerra, una más de las promovidas por el gendarme del mundo en su intento de imponer el nuevo orden (el neoliberalismo económico). Hay un rechazo a ese mismo orden. Desde hace unos años se está generando un malestar entre un sector creciente de ciudadanos a los que no convence el sistema imperante. Son los movimientos antiglobalización los que se están haciendo eco de esta creciente marea al mismo tiempo que la están impulsando. Si bien aún no se ha definido un sistema alternativo al actual, ya se han producido avances esperanzadores. Concretamente en Brasil, donde, de la mano del Partido de los Trabajadores, Lula ha ganado las últimas elecciones presidenciales.
Sería bueno que nuestros políticos, alineados teóricamente en la izquierda, dieran pasos para acelerar e identificar este frente necesario, saliendo de una vez por todas de su ostracismo  y su indefinición.
Mientras tanto, los españoles estamos condenados a contemplar el bochornoso espectáculo que ofrece el presidente de Gobierno de una nación soberana, España, convertido por voluntad propia en fiel servidor del emperador americano; a ver a un emisario familiar del “amo” ofreciendo cínicamente recompensas por los favores prestados; a constatar con asombro cómo la política practicada por el Gobierno crea la división y el enfrentamiento allí donde se aplica (País Vasco, Unión Europea, Consejo de Seguridad de la ONU, etcétera).
En medio de unas perspectivas tan negras surge un rayo de esperanza. Aún resuena en mis oídos el grito coreado por miles de voces en la manifestación del 15 F: “¡Esto nos pasa por un Gobierno facha!”.


                                                                        Gijón, 3-3-2003

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