domingo, 10 de agosto de 2014

Las lecciones de Sartori


Los premios Príncipe de Asturias nos proporcionan la oportunidad de conocer de cerca y en directo las opiniones de indudable interés de los galardonados. Especialmente valiosas me han parecido este año las aportaciones de Giovanni Sartori, todas ellas alusivas a un tema que por su importancia debería ser el centro de atención permanente del debate público: el desarrollo y consolidación de la democracia en el mundo.
En su discurso parte de la evidencia que la democracia surge históricamente en Occidente en el momento en que la sociedad se independiza de la religión, para deducir a continuación que el mayor obstáculo para la expansión de la democracia en el mundo lo constituyen las sociedades teocráticas.
Desde esa misma perspectiva aborda el gravísimo problema de la creciente inmigración en los países del primer mundo para concluir que no se trata de asimilar a los inmigrantes, sino de integrarlos, entendiendo por tal la adhesión de los principios ético-políticos de la democracia como sistema político.
A este respecto se pregunta Sartori: “¿Cuál es el elemento, el factor, que hace rígida, casi impermeable, una identidad cultural?” Y se responde “A mí me parece indudable que es el factor religioso, y más concretamente el monoteísmo, la fe en un Dios único que por eso mismo es el único Dios verdadero”.
Y concluye Sartori su disertación de manera contundente: “Así pues, ¿voluntad del pueblo o voluntad de Dios? Mientras prevalece la voluntad de Dios, la democracia no penetra, ni en términos de exportación (territorial) ni en términos de interiorización (donde quiera que el creyente se encuentre). Y el dilema entre voluntad del pueblo y voluntad de Dios es y seguirá siendo –por robarle un título a Ortega y Gasset- el tema de nuestro tiempo”.


                                                                  Gijón, 23-10-2005

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