Con la muerte de Eduardo Haro
Tecglen España pierde un referente moral y político imposible de sustituir.
Fiel a sus ideas republicanas y de izquierdas, no se apartó de ellas ni un
milímetro a pesar de que el mundo se desplazaba irremisiblemente hacia la
derecha y unos y otros daban la espalda a los ideales que un día ilusionaron a
tantas personas.
Es por ello que el Haro de la
revista Triunfo, en las postrimerías del régimen franquista y comienzos de la
transición, desbordaba esperanza y optimismo, mientras que el Haro de las
columnas diarias de El País se mostraba escéptico y testimonial. En todo caso,
se mantuvo, como digo, firme en sus convicciones que no eran otras que la
materialización de la democracia.
Y es ahí donde su figura se
acrecienta hasta convertirse en un ejemplo de luchador lúcido y comprometido,
porque sabía que una democracia como la actual, que ni iguala a los seres
humanos, ni reparte equitativamente los bienes de la Tierra , ni logra la
convivencia en paz entre todos es una falsa democracia, y, consecuentemente,
sabía también que había que seguir luchando por la conquista de la verdadera
democracia.
Él estuvo en ese frente hasta el
último día de su vida.
Gijón, 21-10-2005
No hay comentarios:
Publicar un comentario