El seguimiento a través de los
medios del culebrón casquista en Asturias sirve para conocer la realidad
interna del PP en esta región. Llama la atención, en primer lugar, el carácter
caudillista, poco democrático, que impera en ese partido. No sólo los
militantes carecen de voz en la elaboración de la política pepera, sino que, al
parecer, ni siquiera los órganos internos de dirección se reúnen. Se impone el
‘ordeno y mando’.
Es esa falta de libertad la que
explicaría el miedo con que parece que actúan sus cargos. Frases como “Gabino,
no te tengo miedo”, pronunciada por uno de ellos, o “Carmen Manjón asegura que
no teme represalias por su apoyo a Cascos” lo confirman. Por otra parte, la
falta de control democrático es el mejor caldo de cultivo para las corruptelas
políticas. Así, vemos cómo miembros de ese partido se acusan mutuamente de
favorecer a empresas familiares, con querellas criminales por medio.
¿Es Álvarez Cascos una
alternativa a ese panorama? Evidentemente, no, a juzgar por los argumentos
esgrimidos por sus seguidores. Se apela a su capacidad de liderazgo, a su
caudillismo, a que es el mejor. Ni
rastro de las intenciones de este señor de democratizar el partido. En todo
caso, Cascos es bien conocido por haber formado parte del Gobierno más
autoritario de la democracia española, el de Aznar. También resulta
significativo que reciba el apoyo de las figuras más representativas de la
extrema derecha del PP.
Estos hechos ponen en evidencia,
una vez más, la falta de homologación democrática del PP (siguen anclados en su
pasado franquista) y el peligro que supone para España su posible victoria en
las urnas: un retroceso democrático.
Gijón, 5-10-2010
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