El rescate de los mineros,
atrapados a 700 m .
de profundidad, en la mina de cobre, San José de Chile, fue tan espectacular,
que supuso un acontecimiento mediático de primer orden. Los focos del mundo se
centraron en la localidad chilena durante el tiempo que duró la tragedia. Como
ocurre en estos casos, este fenómeno es aprovechado por todo tipo de
oportunistas para beneficiarse. Tal fue el caso del actual presidente de Chile,
el conservador Sebastián Piñera, que, desde el primer momento, se erigió en el
protagonista del acontecimiento. El resultado fue el esperado: los últimos
sondeos le otorgan un 65% de popularidad, 15 puntos más que hace tres meses.
Pero, como es habitual, este
tipo de acontecimientos se convierten en un mero espectáculo de masas que
impide profundizar, como en este caso, en el origen de la tragedia y ver el
trasfondo que contiene. Y lo que contiene es, en primer lugar, la situación
calamitosa en la que trabajan los mineros chilenos. Entre 1985 y 2005 tenían un
promedio de 54 muertos anuales. Situación en la que la familia Piñera tiene
mucho que ver. Una familia que ocupó importantísimos cargos políticos y
religiosos en Chile, vinculados a la ultraderecha del país. Tal es el caso del
hermano del actual presidente, José Piñera, que fue ministro en varios
gobiernos del golpista Pinochet. De su gestión como ministro de Trabajo salió la Ley Constitucional Minera, que
privatizó y permitió la explotación minera en Chile en condiciones ínfimas de
seguridad, origen de la tragedia, convertida en espectáculo para mayor gloria
del actual presidente, que hoy celebramos.
Otra realidad oculta por los
focos es que Sebastián Piñera es el Berlusconi sudamericano. Posee la mayor
fortuna del país y una de las mayores del mundo y, como el italiano, tuvo sus
más y sus menos con la justicia, de la que, por supuesto, salió bien librado.
Gijón, 16-10-2010
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